sábado, 28 de abril de 2018

LA FE ES UNA DECISIÓN PERSONAL Y UN COMPROMISO POR UN MUNDO MÁS HUMANO

Jn 15, 1-8
La fe no es una impresión o emoción del corazón. Sin duda, el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a «sentimentalismo». La fe no es algo que dependa de los sentimientos: «Ya no siento nada; debo de estar perdiendo la fe». Ser creyentes es una actitud responsable y razonada.
La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente se compromete personalmente a creer en Dios, pero la fe no puede ser reducida a «subjetivismo»: «Yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece». La realidad de Dios no depende de mí ni la fe cristiana es fabricación de uno. Brota de la acción de Dios en nosotros.
La fe no es tampoco una costumbre o tradición recibida de los padres. Es bueno nacer en una familia creyente y recibir desde niño una orientación cristiana de la vida, pero sería muy pobre reducir la fe a «costumbre religiosa»: «En mi familia siempre hemos sido muy de Iglesia». La fe es una decisión personal de cada uno.
La fe no es tampoco una receta moral. Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería una equivocación reducirlo todo a «moralismo»: «Yo respeto a todos y no hago mal a nadie». La fe es, además, amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración.
La fe no es tampoco un «tranquilizante». Creer en Dios es, sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es solo un «agarradero» para los momentos críticos: «Yo, cuando me encuentro en apuros, acudo a la Virgen». Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable.
La fe cristiana empieza a despertarse en nosotros cuando nos encontramos con Jesús. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo, y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor» (1 Juan 4,16).
Esta fe crece y da frutos solo cuando permanecemos día a día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: «El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada».

José Antonio Pagola

BIENAVENTURADOS LOS ATEOS

http://feadulta.com/es/effa/95-secc5cat/4412-seccion5col271.html

Conferencia de María López Vigil , se aborda el polémico tema de, si el Dios que propone San Pablo tiene algo que ver con el que inspiraba a Jesús de Nazaret

miércoles, 4 de abril de 2018

EL EVANGELIO NO ES IGUALITARIO, ES PREFERENCIAL, PORQUE JESÚS PREFIRIÓ A LOS ÚLTIMOS

El "jueves santo" de cada año, los cristianos recordamos (o tendríamos que recordar) los tres mandatos que Jesús nos dejó a quienes decimos -o pensamos- que creemos en Cristo y, por tanto, somos cristianos.
Primer mandato es el del lavatorio de los pies. Después de lavar, él mismo, los pies a los discípulos, les dijo: "Si yo..., os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros" (Jn 13, 14). En la cultura del Imperio, la tarea de lavar los pies era una de las obligaciones a las que estaban sometidos los esclavos. El Evangelio expresa este deber mediante el verbo griego "opheilo", que significa "estar obligado", como bien explican quienes mejor han estudiado este término griego. Ya Jesús había dicho esto mismo, con otras palabras y en otro momento: "Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo" (Mt 10, 24).
Por tanto, el primer mandato de Jesús a los cristianos consiste en que vayamos por la vida comportándonos como esclavos de lo que necesitan los demás. Aunque se trate de quienes están por debajo de nosotros.
Segundo mandato es el de la eucaristía: "Haced lo mismo en memoria mía". Palabras que Jesús pronunció dos veces, después de dar a los discípulos el pan, del que Jesús dijo que es su cuerpo; y después de darles el cáliz, "la nueva alianza en su sangre" (1 Cor 11, 24-25). Se explique como se explique este "recuerdo peligroso" (J. B. Metz), lo que podemos decir hoy con seguridad es que, para entender lo que Jesús quiso decir, no podemos depender ni del pensamiento de Platón (que predominó hasta el s. X), ni de lo que decía Aristóteles (a partir del s. XI). Nuestra fe no depende de cómo explicaban la realidad los sabios de la Antigüedad. Lo que sabemos por la fe en la eucaristía, es que, al comer el pan consagrado y al beber el cáliz, Jesús se hace presente en nuestra vida. Y, por tanto, nuestra vida tiene que reproducir lo que fue la "peligrosa existencia" de Jesús en este mundo. Tan peligrosa que, como sabemos, acabó como acabó.
Por tanto, el segundo mandato de Jesús, en jueves santo, nos viene a decir que "no nos refugiemos en la práctica sacramental", para quedarnos ahí y sólo en eso, satisfechos y tranquilos en nuestra conciencia, porque somos cristianos "de comunión diaria" (o quizá semanal), que podemos entrar en la iglesia (o ir por la calle) con la cabeza alta. El día que comulgar -o simplemente ir a misa- represente un peligro real, ese día hacemos el "recuerdo" o la "memoria" de Jesús tan auténtica como peligrosa. Porque será una "memoria subversiva".
Tercer mandato es el más radical y el más complicado. Porque es el más profundamente humano. El IV evangelio no recuerda la institución de la eucaristía en la cena de despedida. En su lugar, pone el "mandamiento nuevo": "que os améis unos a otros, como yo os he amado... En esto conocerán que sois mis discípulos" (Jn 13, 14-15). ¿Por qué este mandamiento es "nuevo"? Antes que Juan, los tres evangelios sinópticos habían insistido en que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Aquí, Jesús da un paso más. Y ya, ni menciona a Dios. El mandato es: "que os améis unos a otros". Porque, dado que Dios "se humanizó" (eso es lo que entraña la "encarnación"), "lo que hicisteis por uno de estos, a Mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40). Esta es la sentencia del "juicio final".
¿Es España un país "cristiano"? Según la vigente Constitución no lo es (Art. 16, 3). Según el Evangelio y tal como están organizadas nuestras leyes y nuestra economía, el problema no está en que sea o no sea constitucionalmente "confesional". Desde el punto de vista estrictamente religioso, es que España es un país "anti-cristiano". Por lo que decretan nuestros gobernantes, por lo que aprueban nuestros electores y por lo que nos callamos y "tragamos" los demás. Con el silencio de nuestros obispos. Seguramente, con más cobardía que desvergüenza. Pero, a fin de cuentas, es lo que "tragamos".
El Evangelio no es "igualitario" (como los Derechos Humanos). Es "preferencial". Porque Jesús prefirió sobre todo a los últimos, los más pequeños, los más desgraciados. Justamente prefirió a todos aquellos que, en este país tan cristiano (y otros semejantes), se ven pisoteados, despreciados, maltratados. Y con una subida de pensiones, que se reduce a unos céntimos al mes. ¿Y no somos "anti-cristianos"? Lo estamos diciendo a gritos.

José María Castillo
Religión Digital

DESCUBRIR, ACEPTAR Y VIVIR EL AMOR QUE HAY EN MI Y EN TODA LA CREACIÓN

Jn 20, 19-31
Este relato es la clave para entender la teología de todas las apariciones pascuales. No nos quieren decir qué pasó sino transmitirnos su vivencia. La experiencia pascual demostró que solo en la comunidad se descubre la presencia de Jesús vivo. La comunidad es la garantía de la fidelidad a Jesús y al Espíritu. Es la comunidad la que recibe el encargo de predicar. La misión de anunciar el evangelio no se la han sacado ellos de la manga sino que es el principal mandato que reciben de Jesús.
Juan es el único que desdobla el relato de la aparición a los apóstoles. Con ello personaliza en Tomás el tema de la duda, que es capital en todos los relatos de apariciones. “El primer día de la semana”. Dios hizo la creación en seis días. Jesús da comienzo a la nueva creación. En Jesús, la creación del hombre llega a su plenitud. El local cerrado a cal y canto delimita el espacio de la comunidad, fuera está el mundo hostil. Como el antiguo Israel están atemorizados ante el poder del enemigo.
Jesús aparece en el centro como factor de unidad. La comunidad está centrada en Jesús. No atraviesa la puerta o la pared, no recorre ningún espacio; se hace presente en medio de la comunidad. El saludo elimina el miedo. Las llagas, signo de su entrega, evidencian que es el mismo que murió en la cruz. La verdadera Vida nadie pudo quitársela a Jesús. La permanencia de las señales de muerte, indica la permanencia de su amor. Garantiza además, la identificación del resucitado con el Jesús crucificado.  
El segundo saludo les fuerza para la misión. Les ofrece paz para el presente y para el futuro. En los relatos de apariciones la misión es algo esencial; les había elegido para llevarla a cabo. La misión deben cumplirla, demostrando un amor total. Si toman conciencia de que poseen la verdadera Vida, el miedo a la muerte biológica no les preocupará en absoluto. La Vida que él les comunica es definitiva.
El verbo soplar, usado por Jn, es el mismo que se emplea en Gn 2,7. Con aquel soplo el hombre barro se convirtió en ser viviente. Ahora Jesús les comunica el Espíritu que da Vida. Se trata de una nueva creación del hombre. La condición de hombre-carne se transforma en hombre-espíritu. Esa Vida es la capacidad de amar como ama Jesús. Les saca de la esfera de la opresión y les hace libres (quita el pecado del mundo).
El Espíritu es el criterio para discernir las actitudes que se derivan de esa Vida. Debemos tener cuidado de no hacer decir a los textos lo que no dicen. El Espíritu no es la tercera persona de la Trinidad. Se trata de la Fuerza que les capacita para la misión. Del mismo modo, deducir de aquí la institu­ción de la penitencia es ir mucho más lejos de lo que permite el texto. El concepto de pecado que tenemos hoy no se elaboró hasta el s. VII. Lo que entendía entonces por pecado era algo muy distinto.
En la comunidad quedará patente el pecado de los que se niegan a dar su adhesión a Jesús. Ni Jesús ni la comunidad condenan a nadie. La sentencia se la da a sí mismo cada uno con su actitud. El Espíritu permite a la comunidad discernir la autenticidad de los que se adhieren a Jesús y salen del ámbito de la injusticia al del amor.
La referencia a "Los doce", designa la comunidad cristiana como heredera de las promesas de Israel. Tomás había seguido a Jesús pero, como los demás, no le había comprendido del todo. No podían concebir una Vida definitiva que permanece después de la muerte. Separado de la comunidad, no tiene la experiencia de Jesús vivo. Una vez más se destaca la importancia de la experiencia compartida en comunidad.
Hemos visto al Señor. No se trata una visión ocular sino de la presencia de Jesús que les ha trasformado porque les comunica Vida. Les ha comunicado el Espíritu y les ha colmado del amor que brilla en la comunidad. El relato insiste. Jesús no es un recuerdo del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. A pesar de todo, los testimonios no pueden suplir la experiencia; sin ella Tomás es incapaz de dar el paso.
A los ocho días… Cuando se escribe este texto, la comunidad ya seguía un ritmo semanal de celebraciones. Jesús se hace presente en la celebración comunitaria, cada ocho días. La nueva creación del hombre que Jesús ha realizado durante su vida, culmina en la cruz el día sexto. Estaban reunidos dentro, en comunidad, es decir, en el lugar donde Jesús se manifiesta, en la esfera de la Vida, opuesto a "fuera", el lugar de la muerte. Tomás, reintegrado a la comunidad, puede experimentar lo que no creyó.
La respuesta de Tomás es extrema, igual que su incredulidad. Al llamarle Señor, reconoce a Jesús y lo acepta dándole su adhesión. Al decir “mío” expresa su cercanía. Jesús ha cumplido el proyecto, amando como Dios ama. “Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre”. “Quien me ve a mí, ve al Padre”. Dándoles su Espíritu, Jesús quiere que ese proyecto lo realicen también todos los suyos.
Tomás tiene ahora la misma experiencia de los demás: Ver a Jesús en persona. El reproche de Jesús se refiere a la negativa a creer el testimonio de la comunidad. Tomás quería tener un contacto con Jesús como el que tenía antes de su muerte. Pero la adhesión no se da al Jesús del pasado, sino al Jesús presente que es, a la vez, el mismo y distinto. El marco de la comunidad hace posible la experiencia de Jesús vivo.
La experiencia de Tomás no puede ser modelo. El evangelista elabora una perfecta narración de apariciones y a continuación nos dice que no es esa presencia externa la que debe llevarnos a la fe. La demostración de que Jesús está vivo tiene que ser el amor manifestado. La advertencia es para los de entonces y para todos nosotros. El mensaje queda abierto al futuro. Muchos seguirán creyendo aunque no lo vean.
El mensaje para nosotros hoy es claro: Sin una experiencia personal, llevada a cabo en el seno de la comunidad, es imposible acceder a la nueva Vida que Jesús anunció antes de morir y ahora está comunicando. Se trata del paso del Jesús aprendido al Jesús experimentado. Sin ese cambio, no hay posibilidad de entrar en la dinámica de la resurrección. Que Jesús siga vivo no significa nada si yo no vivo.

Meditación
Mi principal tarea es descubrir esa Vida que Dios ya me ha dado.
No en confiar en que un día tendré lo que ahora no tengo.
Para confiar en lo que ya tengo,
primero hay que descubrirlo, aceptarlo y vivirlo.

Fray Marcos