miércoles, 24 de abril de 2013

AMARAS A DIOS EN TODAS LAS COSAS DE LA CREACIÓN


UN MANDAMIENTO NUEVO
Quinto domingo de Pascua, 28 de abril
Queridos lectores y amigos:
En Pascua, que está en la base de toda fe cristiana, la Iglesia primitiva se desmarca del pueblo judío, bajo la autoridad del Jesús resucitado. “Un mandamiento nuevo os doy” es el semáforo verde que faculta a la recién establecida comunidad para arrancar en el circuito de una era nueva: la del amor incondicional libre de fronteras exteriores e interiores que capacita a todo ser para dar y recibir amor a sí mismos y también a todos los demás.
Una vez más, el “se os dijo, pero yo os digo”. En este caso queda superado el primer precepto de las Tablas de Moisés. El “Amarás a Dios sobre todas las cosas” se torna en Le amarás en todas las cosas. Lo divino judaico recobra su sentido al encarnarse en lo humanamente cotidiano: “amaos los unos a los otros, como yo os he amado”.
Tras la inhalación del Espíritu en el cenáculo, los primeros cristianos se sienten investidos por Jesús de la señal ”por la que todos os reconocerán que sois discípulos míos”. Jesús: ¡¡un soñador en vigilia que escribió con hechos de vida el mejor poema de amor de la existencia!!
Nuestro compromiso: salir sin demora esta semana a las encrucijadas de un mundo azotado por la obsesión del tener, la corrupción y las ansias del poder. Y allí, con nuestro laúd y bien templada voz, reivindicar en aras del Evangelio los desacreditados valores de la solidaridad, la compasión, el amor, la esperanza y la benevolencia. Un mandamiento nuevo os doy: otorgar sentido y plenitud a la vida del hombre y de las cosas.
Vicente Martínez
TEXTOS DE LA SEMANA
Jn 13, 31-35.  Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros igual que yo os he amado.
José Enrique Galarreta: Hechos 14, 20b-26. La iglesia de Antioquía, movida por el Espíritu, envía a Bernabé y Pablo a una misión por las ciudades cercanas.Apocalipsis 21, 1-5ªNo se anuncian hechos por venir sino que se narra con símbolos lo que ocurre cuando Dios mora definitivamente entre los hombres.

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