miércoles, 24 de diciembre de 2014

QUÉ CELEBRAMOS EN NAVIDAD?

Navidad: fiesta de la humanidad de Dios y de la comensalidad humana

24/12/2014
La Navidad está llena de significados. Uno de ellos ha sido secuestrado por la cultura del consumo que, en vez del Niño Jesús, prefiere la figura del vejete bonachón, Papá Noel, porque es más llamativo para los negocios. El Niño Jesús, por el contrario, habla del niño interior que llevamos siempre dentro de nosotros, que siente necesidad de ser cuidado y que, una vez que ha crecido, tiene el impulso de cuidar. Es ese pedazo de paraíso que no se ha perdido totalmente, hecho de inocencia, de espontaneidad, de encanto, de juego y de convivencia con los otros sin ninguna discriminación.
Para los cristianos es la celebración de la “proximidad y de la humanidad” de nuestro Dios, como se dice en la epístola a Tito (3,4). Dios se dejó apasionar tanto por el ser humano que quiso ser uno de ellos. Como dice bellamente Fernando Pessoa en su poema sobre la Navidad: «Él es el eterno Niño, el Dios que faltaba; el divino que sonríe y que juega; el niño tan humano que es divino».
Ahora tenemos un Dios niño y no un Dios juez severo de nuestros actos y de la historia humana. Qué alegría interior sentimos cuando pensamos que seremos juzgados por un Dios niño. Más que condenarnos, quiere convivir y entretenerse con nosotros eternamente.
Su nacimiento provocó una conmoción cósmica. Un texto de la liturgia cristiana dice de forma simbólica: «Entonces las hojas que parloteaban, callaron como muertas; el viento que susurraba, quedó parado en el aire; el gallo que cantaba se calló en medio de su canto; las aguas del riachuelo que corrían, se estancaron; las ovejas que pastaban, quedaron inmóviles; el pastor que erguía su cayado quedó como petrificado; entonces, en ese preciso momento, todo se paró, todo se silenció, todo se suspendió: nacía Jesús, el Salvador de las gentes y del universo».
La Navidad es una fiesta de luz, de fraternidad universal, fiesta de la familia reunida alrededor de una mesa. Más que comer, se comulga con la vida de unos y otros, con la generosidad de los frutos de nuestra Madre Tierra y del arte culinario del trabajo humano.
Por un momento olvidamos los quehaceres cotidianos, el peso de nuestra existencia trabajosa, las tensiones entre familiares y amigos y nos hermanamos en alegre comensalidad. Comensalidad significa comer juntos reunidos en la misma mesa como se hacía antes: toda la familia se sentaba a la mesa, conversaban, comían y bebían, padres, hijos e hijas.
La comensalidad es tan central que está ligada a la aparición del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años comenzó la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un antepasado común. La singularidad del ser humano, a diferencia de los animales, es la de reunir los alimentos, distribuirlos entre todos comenzando por los más pequeños y los mayores, y después los demás.
La comensalidad supone la cooperación y la solidaridad de unos con otros. Fue ella la que propició el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue verdad ayer, sigue siendo verdad hoy. Por eso nos duele tanto saber que millones y millones de personas no tienen nada para repartir y pasan hambre.
El 11 de septiembre de 2001 sucedió la conocida atrocidad de los aviones que se lanzaron sobre las Torres Gemelas. En ese acto murieron cerca de tres mil personas.
Exactamente en ese mismo día morían 16.400 niños y niñas con menos de cinco años de vida; morían de hambre y de desnutrición. Al día siguiente y durante todo el año doce millones de niños fueron víctimas del hambre. Y nadie quedó horrorizado ni se horroriza delante de esta catástrofe humana.
En esta Navidad de alegría y de fraternidad no podemos olvidar a esos que Jesús llamó “mis hermanos y hermanas menores” (Mt 25, 40) que no pueden recibir regalos ni comer alguna cosa.
Pero no obstante este abatimiento, celebremos y cantemos, cantemos y alegrémonos porque nunca más estaremos solos. El Niño se llama Jesús, el Emanuel que quiere decir: “Dios con nosotros”. Viene bien a la ocasión este pequeño verso que nos hace pensar sobre nuestra comprensión de Dios, revelada en Navidad:
Todo niño quiere ser hombre.
Todo hombre quiere ser rey.
Todo rey quiere ser ‘dios’.
Solo Dios quiso ser niño.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

CÓMO ENTENDER EL RELATO DEL NACIMIENTO DE JESUS HOY

Domingo IV de Adviento
21 diciembre 2014


Evangelio de Lucas 1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
¾ Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. 
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquel. 
El ángel le dijo:
¾ No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
¾ ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
¾ El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
¾ Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

*****

DESCUBRIR LA SABIDURÍA DEL MITO

Los llamados “relatos de la infancia” aparecen únicamente en Mateo y Lucas, no así en Marcos ni en Juan. Parecen ser construcciones tardías, elaboradas con posterioridad al resto del evangelio. Aun reconociendo el profundo “peso” que tales relatos han tenido en la tradición cristiana y en la devoción de tantos creyentes, se trataría de relatos legendarios –“mitos”, en el sentido original del término-, con los que transmitir un mensaje que consideraban fundamental.
Al decir que pertenecen al género mítico, se indica que revisten un carácter especial: a través de imágenes legendarias quieren transmitir un contenido valioso. El mito no es algo falso, sino simplemente narrado o escrito en otro nivel de consciencia, diferente del estrictamente “racional”.
En el caso de los evangelios, así como de otros escritos sobre personas célebres, el objetivo de tales “relatos de infancia” era solo uno: ofrecer al lector, desde el inicio mismo de la obra, un “retrato” del personaje biografiado.
Las imágenes que el mito utiliza están patentes: ángel – diálogo con María – la virgen que concibe sin intervención de varón – la idea de un Dios separado e intervencionista para el que “nada hay imposible”…

El contenido al que apunta el relato que comentamos es rico, sobre todo cuando somos capaces de leerlo desde una perspectiva no-dual. La figura del “ángel” simboliza el nexo de unión entre lo “divino” y lo “humano”: todo es Uno, aunque podamos distinguir “dos niveles” de identidad. Nosotros mismos somos, a la vez, “humanos” (nuestro yo individual) y “divinos” (el Ser único e ilimitado). 
Cuando reconocemos nuestra verdadera identidad, nos sentimos uno con todos y con todo: lo que nace entonces es el “Hijo de Dios”, la humanidad nueva. Pero ese nacimiento requiere que nuestro ego haya presentado, previamente, su acta de defunción. Y eso lo hace cuando nos alineamos con el presente y nos rendimoscompletamente a la Sabiduría mayor que rige todo: “Hágase en mí según tu palabra”. 
La oración puesta en labios de María aparecerá más tarde en boca de Jesús, durante la angustia previa a su pasión: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). Realmente, parece la única “oración” acertada: que sea lo que tiene que ser, amo lo que es, me rindo a la Sabiduría mayor que guía todo el proceso. Y entonces, en una paradoja admirable, al amar lo que es, haremos –como María, como Jesús- lo que debamos hacer.

Por lo demás, es innegable que el parto virginal es un mito que se extendía en la antigüedad desde Egipto hasta la India. Horus, en Egipto, nace de la virgen Isis (tras el anuncio que le hace Thaw); Attis, en Frigia, de la virgen Nama; Krishna, en la India, de la virgen Devaki; Dionisos, en Grecia, y Mitra, en Persia, de vírgenes innominadas… Por cierto, de prácticamente todos ellos se dice que nacieron un 25 de diciembre, en el solsticio de invierno –en el hemisferio Norte-, justo cuando el Sol vuelve a “nacer”, venciendo a la noche.
Pero la profundidad del texto es extraordinaria. María es virgen porque deja actuar al Espíritu en ella, viviendo en una disponibilidad total: “Hágase en mí según tu palabra. La “virginidad” es la desapropiación del yo, que permite que Dios (la Vida, el Misterio) pase a través de nosotros, de nuestra “forma” individual, que es cauce o canal por el que se expresa.
La virginidad tiene poco que ver con lo biológico; es, más bien, sinónimo de disponibilidad. Su sentido queda expresado en una de las expresiones más hermosas que he leído: Jesús es lo que acontece cuando Dios habla sin obstáculos en un hombre(Jean Sulivan).

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viernes, 12 de diciembre de 2014

LA BUENA NOTICIA ANUNCIADA POR JESUS ES UN MUNDO POSIBLEPERO DIFERENTE AL DE HOY

4. AL SERVICIO APASIONADO DEL PROYECTO HUMANIZADOR DEL PADRE
La indignación profética de Jesús va a ir acompañada de una fuerte llamada a la esperanza. Conoce bien la realidad trágica de los últimos en Galilea, pero no cede a la resignación y a la desesperanza. Ahora mismo podemos y debemos romper la indiferencia y trabajar por un mundo más humano. ¿Es posible vivir con un horizonte de esperanza?
Es posible la alternativa
El imperio de Roma pretende que la "pax romana", con todo su sistema de opresión y explotación de los pueblos derrotados, es la paz plena y definitiva. La religión del templo defiende que la Torá de Moisés es inmutable y eterna. Mientras tanto, las víctimas del Imperio y los pobres olvidados por la religión oficial están condenados a vivir sin esperanza. Puede haber mejoras en el funcionamiento del sistema imperial, se puede cumplir de manera más escrupulosa la ley mosaica, pero nada decisivo cambia para los pobres: el mundo no se hace más humano. Nadie sabe cómo y de dónde podría brotar una esperanza nueva para los últimos.
El evangelista Marcos nos dice que Jesús caminaba por las aldeas de Galilea anunciando la "Buena Noticia" de Dios, y venía a decir esto: "El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia".
¿Qué es lo que está proclamando Jesús? Empieza un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros conflictos, sufrimientos y opresiones. "Está cerca el reino de Dios". Dios es una presencia cercana y buena que quiere reinar entre nosotros, está buscando abrirse camino en el mundo para hacer más humana nuestra vida.
Es posible la alternativa más allá de la política imperialista de Roma y más alla de la religión del templo de Jerusalén. Es posible un mundo diferente, más digno, justo y dichoso, precisamente porque Dios lo quiere así. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de opresión, sufrimiento y muerte que trazan los poderosos.
Hemos de cambiar y creer en esta buena noticia
Esta es la llamada de Jesús. "Convertíos". Cambiad de manera de pensar y de actuar. Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Su voluntad de humanizar la historia se va haciendo realidad en nuestra respuesta lúcida y responsable a su proyecto humanizador. Es posible dar una dirección nueva y más humana a las energías de la Humanidad, pues Dios nos está atrayendo hacia un mundo más humano. Se nos pide ser protagonistas de una historia más justa y dichosa: atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema, para entrar en la lógica y la dinámica del reino de Dios.
"Creed en esta Buena Noticia". Hemos de tomar en serio esta Buena Noticia que nos viene desde fuera de los sistemas políticos y religiosos y creer en el poder transformador del ser humano, atraído por Dios hacia una vida más digna. Es posible introducir en el mundo una esperanza nueva que no siempre es deducible de nuestra situación actual. Los procesos de transformación son lentos, pero no estamos solos. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y la indignación de los que reclaman justicia.
Lo que necesitamos es testigos de Jesús, hombres y mujeres indignados, centinelas vigilantes, colaboradores incansables del reino, para escribir un relato nuevo de la historia, alentados por la confianza en el proyecto humanizador de Jesús del Padre y por la fe en el ser humano.
En dirección a los últimos
El espíritu del Dios del reino empuja a Jesús hacia los últimos. Los primeros en experimentar esa vida más digna y liberada han de ser aquellos para los que la vida no es vida. En esa dirección vive Jesús buscando el reino de Dios y su justicia. Lucas lo ha captado bien cuando lo presenta en la sinagoga de Nazaret aplicándose a sí mismo unas palabras del profeta Isaías 62, 1-2: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".
Se habla aquí de cuatro grupos de personas: los "pobres", los "cautivos", los "ciegos" y los "oprimidos". Ellos resumen y representan la primera preocupación de Jesús: los que lleva más dentro de su corazón de Profeta del reino. Nosotros hablamos de "democracia", "derechos humanos", "progreso", "Estado de bienestar"... Jesús habla de promover una vida nueva y liberada entre los últimos. No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de los teólogos de la liberación, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios y que anima la vida entera de Jesús en la búsqueda del reino de Dios y su justicia. Dios no puede reinar en el mundo sin hacer justicia a los últimos.
Para Dios, los últimos han de ser los primeros. El camino hacia un mundo más digno y dichoso para todos se comienza a construir desde ellos. Esta primacía es absoluta. La quiere Dios. No ha de ser menospreciada por ninguna política, ideología o religión.

viernes, 5 de diciembre de 2014

ADVIENTO ES ESPERANZA EN NUESTRAS MANOS

Espíritu SantoADVIENTO: ¿ES REALISTA HOY PROPONER QUE RENAZCA LA ESPERANZA?YOLANDA CHÁVEZ, yolachavez66@gmail.com
LOS ÁNGELES (USA).
ECLESALIA, 05/12/14.- “Estamos en Adviento ¡Que rápido se fue el año!, ¿No le da miedo Yolanda?” Exclamó una de mis compañeras en una de las sesiones de catequesis en nuestra comunidad parroquial en días pasados…
¡Adviento! Como catequista inmediatamente pensé en el tema, en extraerle todo el sentido práctico al prepararlo, sin palabras vacías o falsas promesas alejadas de la realidad cotidiana de esos padres de familia que me miran ansiosamente a los ojos, esperando que esta semana también les dé un motivo para seguir creyendo en Dios en medio de todo este sinsentido, en el Dios que les propuse desde el inicio de nuestras sesiones: El Dios de la vida que camina con nosotros.
Así que hice una rápida revisión en mis archivos mentales:
El Jesús que vino, El que viene actualmente, y El que vendrá.
Adviento es espera, y la espera carece de sentido en esta época de Internet de alta velocidad.
Adviento es esperanza, y la esperanza no es nada pragmática.
Adviento es anhelo de Utopía, y la Utopía es ‘lo que no está en ningún lugar’.
Adviento es parusía, y la parusía es el advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos… suena tan lejano.
¿Cómo hablar entonces de Adviento?
¿Es realista hoy proponer que renazca la esperanza y además esperarla durante cuatro domingos? Me pregunté.
Luego recordé la frase de un tal Ebeling: “Lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades”…
Soy mujer, las mujeres sabemos muy bien sobre la posibilidad de esperar y convertimos además la espera en una causa de alegría. Así que les hablé a los padres de familia de sembrar y esperar.
Les propuse sembrar a Dios en nuestra carne para que florezca y una vez florecido en nosotros, llevarle esa felicidad, ese amor y esa luz que vienen de Él, a las personas que sufren. Comenzando con los de nuestra familia y los de nuestra comunidad.
Aceptaron, y mientras hacíamos la corona de Adviento, les miré a cada uno: Sonreían, tenían los ojos llenos de entusiasmo y esperanza. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Los cristianos tenemos una gran responsabilidad

"Lo  que nos sobra es un deber para la necesidad del prójimo".
Esta idea no es obra de Marx, ni Engels, ni Lenin, ni tampoco lo es de los que tienen la cabeza a la izquierda, pero el bolsillo bien a la derecha. Es un mensaje que se repite constantemente en los escritos de los cristianos de los primeros siglos: San Ambrosio, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo, San Basilio, etc. Si la fe no compromete el bolsillo no es verdadera.
El Mensaje de Jesús es para allanar los senderos de este mundo
Para que no haya ni ricos ni pobres, ni opresores ni oprimidos, ni explotadores ni explotados, ni marginadores ni marginados. Quien no lo entienda así no ha entendido nada del mensaje liberador de Jesucristo.
Todo el que posee riquezas está objetivamente fuera del Reino de Dios, incluida la misma Iglesia Católica, donde quiera que las posea, porque a alguien se las están debiendo. A la Iglesia y su jerarquía le sobran muchas: en palacios, templos, santuarios, museos, ornamentos, imágenes...
También le sobran el cobro por misas, funerales, bodas, papeles..., mientras Jesucristo se está muriendo de hambre, frío y abandono en muchas partes del mundo donde hay personas sufriendo esos y otros muchos males. ¿Es que la salvación de Jesucristo no es gratuita? Todo servicio a la Comunidad debe ser gratuito, sin esperar nada a cambio.
Toda religión tiene que ser para hacer la vida más digna, feliz y esperanzada.
De lo contrario es falsa. Pero sucede que todas las religiones y en concreto en la Católica hemos creado un laberinto de senderos que no tienen nada que ver con allanar los senderos del Señor. Laberintos, sobre todo morales, legales y litúrgicos, complicadísimos, ritualizando las liturgias y los sacramentos hasta caer en el ridículo, y olvidándonos de los grandes valores del mensaje de Jesús.
Con los laberintos morales de algunos mandamientos y sacramentos hemos hecho sufrir a mucha gente. Ejemplo: El sacramento del perdón y la misericordia, con la confesión individual, lo hemos convertido en una humillación, no ante Dios, sino ante otro hombre. Incluso hemos llegado a llamarlo tribunal de la penitencia.
Afortunadamente los creyentes cristianos acuden cada vez más a la celebración comunitaria de la penitencia y cada vez menos a la individual. Es solo Dios quien perdona y solo Él quien conoce lo que hay en el interior de cada hombre.
Otro ejemplo: Fijémonos en las misas de los Obispos o el Papa: yo no puedo imaginarme a Jesús de Nazaret, quitándose y poniéndose a cada paso solideos o mitras, cogiendo o dejando báculos (muchas veces lujosos), usando unas veces unas ropas y otras veces otras, sentándose en una silla más lujosa y por encima de los demás, etc.
Parece que estamos en una representación teatral en que todo está pautado, incluso las manos unas veces para arriba, otras para los lados, otras juntas... ¿Sabrán qué significan y para qué hacen esas cosas? Desde luego los de abajo no lo sabemos. Nos perdemos en las formas olvidando el fondo.
Los senderos de Jesús son claros y sencillos: amor, fraternidad, compañía, ayuda, luz, vida, cercanía, justicia, solidaridad, igualdad, acogida, afecto, ternura, amabilidad, sencillez, pequeñez, dulzura... Son los grandes valores del mensaje de Jesús.
Juan dice que Jesús nos bautizará con Espíritu Santo.
Bautizarse es decidirse por Jesucristo, y por tanto por la práctica de esos grandes valores de su mensaje, para con ellos construir el Reino de Dios en este mundo, el cual haga la vida más digna, gratificante y feliz para todos los seres humanos y toda la creación.
Para bautizarnos, primero deberíamos hacernos discípulos de Jesucristo, decidirnos por vivir y cumplir su mensaje. Él lo dejó bien claro cuando les dijo a sus primeros discípulos: "id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado" (Mateo 28,19-20).
Marcos lo recoge así: "les dijo: id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación, el que crea y sea bautizado se salvará" (Marcos 16,15-16). Primero creer: en el lenguaje bíblico, creer no es la aceptación intelectual de algo, sino la práctica inmediata de lo conocido. Por tanto, bautizar o bautizarse sin ser discípulo de Jesús mediante el conocimiento y el compromiso con su mensaje carece de sentido.
Los miles de corruptos y corruptores que hay en nuestro país, así como los pederastas de Granada, seguro que todos o casi todos están bautizados: ¿Para qué les sirvió? Jesús dijo: "no podéis servir a Dios y al dinero", y "quien recibe a un niño a mí me recibe"..."quien escandalice a un niño más le valdría atarse al cuello una rueda de molino y tirarse al mar".
El bautismo de Jesús fue un gran compromiso con el pueblo de Galilea.
Fue tan grande su compromiso con el pueblo pobre y oprimido de Galilea que lo llevó desde el bautismo de agua en el Jordán al bautismo de sangre en la cruz. En medio de los dos bautismos quedaron los ciegos viendo, los cojos andando, los sordos oyendo, los mudos hablando, los leprosos curados, los hambrientos alimentados, los mujeres despreciadas y marginadas rehabilitadas, los muertos con nueva vida, los niños identificados con Dios, el amor convertido en Ley Suprema para toda la humanidad.
Después de su segundo bautismo le llegó para El, para todos los seres humanos y toda la creación, la plenitud de la Resurrección, a fin de que "todos y todo tengamos vida y vida en abundancia" para siempre.
Que el Espíritu que estuvo sobre él, esté también sobre nosotros y nos lleve por su mismo camino.

Faustino Vilabrille

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA. VERDADERA SALVACIÓN YA ESTÁ EN NOSOTROS

Mc 13, 33-37
Estamos en el día de Año Nuevo de la liturgia. Comenzamos con el Adviento, que no es solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. No habremos entendido el mensaje de Jesús, si no nos obliga a vivir en constante Adviento. Lo importante no es recordar la primera venida de Jesús; eso es solo el pretexto para descubrir que ya está aquí. Mucho menos prepararnos para la última, que solo es una gran metáfora (mitología). Lo verdaderamente importante es descubrir que está viniendo en este instante.
Todo el AT está atravesado por la promesa y por la espera. Durante dieciocho siglos, el pueblo judío ha vivido esperando que Dios cumpliera sus promesas. Dios les va prometiendo lo que ellos, en cada momento más ansían. A Abrahán, descendencia; a los esclavos en Egipto, libertad; a los hambrientos en el desierto, una tierra que mana leche y miel; cuando han conquistado Canaán, una nación fuerte y poderosa; cuando están en el Exilio, volver a su tierra; cuando destruyen el templo, reconstruirlo; etc., etc. En el AT siempre les promete cosas terrenas porque es lo único que ellos esperan. Jesús promete algo muy distinto. "He venido para que tengan vida y la tengan abundante."
Esta trayectoria del pueblo judío debería hacernos reflexionar. ¿Se trata de un Dios que durante dieciocho siglos les puso la zanahoria delante de las narices o el palo en el trasero, para hacerles caminar según su voluntad? Sería ridículo. Dios nunca hace promesas para el futuro, porque ni tiene nada que dar ni tiene futuro. Las promesas de Dios, son hechas por los profetas, como una estratagema para ayudar al pueblo a soportar momentos de adversidad, que ellos interpretaban como castigo por sus pecados. Nada de los que anunciaron los profetas, se cumplió en Jesús. Gracias a Dios, porque todos los textos están encaminados hacia una salvación de seguridades materiales. Pero podemos entender aquellas imágenes como metáforas de la verdadera salvación.
La clave del relato evangélico está en la actitud de los criados. Nos quiere decir que Dios está siempre viniendo. Él es el que viene. La humanidad vive un constante adviento, pero no por culpa de un Dios cicatero que se complace en hacer rabiar a la gente obligándole a infinitas esperas antes de darle lo que ansía. Estamos todavía en Adviento, porque estamos dormidos o soñando con logros superficiales, y no hemos afrontado con la debida seriedad la existencia. Todo lo que espero de fuera, lo tengo ya dentro.
Vigilad. Para verno solo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz. No se trata de contrarrestar el repentino y nefasto ataque de un ladrón. Se trata de estar despiertopara afrontar la vida con una conciencia lúcida. Se trata de vivir a tope una vida que puede transcurrir sin pena ni gloria. Si consumes tu vida dormido, no pasa nada. Esto es lo que tendría que aterrarme; que pueda transcurrir tu existencia sin desplegar las posibilidades de plenitud que te han dado. La alternativa no es salvación o condenación. Nadie te va a condenar. La alternativa es o plenitud humana o simple animalidad.
Pues no sabéis cuándo en el 'momento'. En griego hay dos palabras que traducimos al castellano por "tiempo": "kairos" y "chronos". Chonos significa el tiempo astronómico, relacionado con el movimiento de los cuerpos celestes. Kairos sería el tiempo psicológico. Significa el momento oportuno para tomar una decisión por parte del hombre. Por no tener en cuenta esta sencilla distinción, se han hecho interpretaciones descabelladas de la Escritura. En el evangelio que acabamos de leer, se habla de kairos, es decir del tiempo oportuno. Naturalmente que el hombre, como criatura material, se encuentra siempre en el chronos, pero lo verdaderamente importante para él es descubrir el kairos.
El punto clave de nuestra reflexión debe ser: ¿esperamos nosotros esa misma salvación que esperaban los judíos? Si es así, también nosotros hemos caído en la trampa. Jesús no puede ser nuestro salvador. La mejor prueba de que los primeros cristianos, verdaderos judíos, no estaban en la auténtica dinámica para entender a Jesús, es que no respondió a sus expectativas y creyeron necesaria una nueva venida. Esta vez sí, nos salvará de verdad, porque vendrá con "poder y gloria". ¿No os parece un poco ridículo? La médula de su mensaje es que la salvación que Dios nos ofrece, está en la entrega y el don total.
En las primeras comunidades se acuñó una frase, repetida hasta la saciedad en la liturgia: "Maranatha" (ven Señor Jesús). Vivieron la contradicción de una escatología realizada y otra futura. "Ya, pero todavía no". "Ya", por parte de Dios, que nos ha dado ya todo lo que necesitamos para esa salvación. Si no fuera así, se convertiría en un tirano. "Todavía no", por nuestra parte, porque seguimos esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto el alcance de la verdadera salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque "todavía no" ha llegado la verdadera salvación, tenemos que tratar de adelantar el "ya". Eso nunca lo conseguiremos, si permanecemos dormimos.
¿Cómo podremos seguir luchando con todas nuestras fuerzas por un mayor consumismo y a la vez convencernos de que la felicidad está en otra parte? Creo que es una tarea imposible. Descubrir esa trampa, sería estar despiertos. El ser humano sigue esperando una salvación que le venga de fuera, sea material, sea espiritual. Pero resulta que la verdadera salvación está dentro de cada uno. En realidad Jesús nos dijo que no teníamos nada que esperar, que el Reino de Dios estaba ya dentro de nosotros. En este mismo instante está viniendo. Si estamos dormidos, seguiremos esperando.
La falta de encuentro se debe a que nuestras expectativas van en una dirección equivocada. Esperamos un Dios que llegue desde fuera. Esperamos actuaciones espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda como un salvoconducto, y eso no funciona. Da lo mismo que la espere aquí o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Dios ni lo puede hacer otro ser humano. Esta es la causa de nuestro fracaso. Seguimos esperando que otro haga lo que solo yo puedo hacer.
También la religión me ofrece salvación, pero solo puede salvarme de las ataduras que ella misma me ha colocado. Ninguna institución puede darme lo que ella no tiene. Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mi auténtico ser, simplemente tengo que despertar y dejar de potenciar mi falso yo. Tengo que dejar de creer que soy lo que no soy. Esta vivencia me descentrará de mí mismo y me proyectará hacia los demás. Me identificaré con todo y con todos. Mi falso ser, mi individualidad se desvanece. Esa experiencia de salvación transformaría radicalmente mi comportamiento con los demás y con las cosas.
El verdadero problema está en la división que encontramos en nuestro ser. En cada uno de nosotros hay dos fieras luchando a muerte: Una es mi verdadero ser que es amor, armonía y paz; otra es mi falso yo que es egoísmo, soberbia, odio y venganza. ¿Cuál de los dos vencerá? Muy sencillo y lógico. Vencerá aquella a quien tú mismo alimentes.
Como los judíos, seguimos esperando una tierra que mane leche y miel; es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más... Seguimos pegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. No necesitamos para nada la verdadera salvación o, a lo máximo, para un más allá. Si no sientes necesidad no habrá verdadero deseo, y sin deseo no hay esperanza. Hoy ni los creyentes ni los ateos esperamos nada más allá de los bienes materiales. Dios sigue esperando.

Meditación-contemplación
"Despierta tú que duermes, y Cristo será tu luz".
Para ver se necesita tener los ojos bien abiertos,
pero también se necesita una buena luz.
De estas dos realidades tienes que preocuparte.
..................
No se trata de los ojos del cuerpo, sino los del "alma".
Curiosamente, no se puede ver desde dentro
si no tienes los ojos del cuerpo cerrados
y la razón aparcada, para que no se ocupe de los asuntos terrenos.
..................
La luz que puede ayudarte sí puede venir de fuera de ti.
La experiencia interior de los demás,
puede ser la mejor luz que ilumine tu vida.
Para nosotros, la experiencia de Jesús, será la mejor guía.
.......................

Fray Marcos

Adviento, tiempo de prepararnos para un encuentro con Jesus

¿Cuatro semanas para prepararnos a recordar el nacimiento de Jesús? No. El Adviento es más que eso. No se trata de recordar románticamente un hecho pasado, se trata de comprender a fondo lo ocurrido y prepararnos para el encuentro definitivo con el Señor.
Súplica (Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7)
La primera lectura nos sitúa siglos antes de la venida de Jesús. El pueblo de Israel se ve como un trapo sucio, como árbol de ramas secas y hojas marchitas. La situación no sería muy distinta de la nuestra. Pero el pueblo, en vez de culpar a los políticos, a los banqueros, al FMI y a la Sra. Merkel, piensa que todo se debe a que Dios le oculta su rostro por culpa de sus pecados, porque nadie invoca su nombre ni se aferra a Él. Lo lógico sería que el pueblo prometiese cambiar de conducta, interesarse por Dios. Sin embargo, en vez de prometer un cambio, le pide a Dios que sea él quien cambie: que recuerde que es nuestro Padre (la idea aparece al comienzo y al final de la lectura), que vuelva, rasgue el cielo y baje. ¿Cómo responderá Dios a esta petición?
Realidad (1 Corintios 1,3-9)
La respuesta de Dios supera con creces lo que pedía el pueblo en la lectura de Isaías, aunque de modo distinto. Dios Padre no rasga el cielo, no sale a nuestro encuentro personalmente. Envía a Jesús, y mediante él nos ha enriquecido en todo y nos llama a participar en la vida de su Hijo. Por consiguiente, añade Pablo, "No carecéis de ningún don". En una época de crisis, en la que tanta gente se lamenta, casi siempre con razón, de las muchas cosas de que carece, estas palabras pueden resultar casi hirientes: "No carecéis de ningún don". Buen momento el Adviento para pensar en qué cosas valoramos: si las materiales, que a menudo faltan, o las que proporciona Jesús: la certeza de que Dios es fiel, está de nuestra parte y nos mantendrá firmes hasta el encuentro final con Él.
Vigilancia (Marcos 13, 33-37)
No deja de ser irónico que precisamente el evangelio no hable de Dios Padre ni de Jesús. Se centra por completo en nosotros, en la actitud que debemos tener: "vigilad", "velad", "velad". Tres veces la misma orden en pocas líneas. Porque el Adviento no es sólo recordar la venida del Señor, es también prepararse para el encuentro final con Él.

José Luís Sicre

martes, 18 de noviembre de 2014

DIOS JUZGA POR LO QUE HACEMOS O DEJAMOS DE HACER HOY

Domingo XXXIV Tiempo Ordinario
23 noviembre 2014


Evangelio de Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. 
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
¾ Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. 
Entonces los justos le contestarán:
¾ Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les dirá:
¾ Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Y entonces dirá a los de su izquierda:
¾ Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. 
Entonces también éstos contestarán:
¾ Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él replicará:
¾ Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo. 
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

*****


EL “JUICIO UNIVERSAL” ES AHORA
La parábola del “juicio universal” no pretende ofrecernos una visión anticipada de un imaginado “final del mundo”, como algunos predicadores nos hicieron creer, recreando una escenografía propia de una película de ficción. 
Es una parábola –por tanto, no cabe una lectura literalista- que nos habla del comportamiento adecuado aquí y ahora. Y culmina con una conclusión, que es una llamada a no equivocarnos: “Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
El “castigo” o la “vida eterna” (plena) no es obra de un dios exterior, sino el resultado de una determinada manera de vivir, atascada en la ignorancia de quienes somos o, por el contrario, lúcida y despierta.
Es indudable que esa “forma de vida” se halla con frecuencia poderosamente condicionada por factores de diverso tipo: genéticos, ambientales, educacionales, afectivos… Muchos de ellos pueden ser incluso inconscientes para el propio sujeto. Pero todo ello no niega la primera afirmación: nos experimentamos a nosotros mismos según el “modo de vida” que adoptamos. 

El criterio decisivo, según Jesús, no pasa por la religión, como quizás esperaría encontrar el lector del evangelio y como se nos hizo creer muchas veces, como cuando se decía: la persona religiosa se “salvará”. De este modo, se vino a convertir la religión en salvoconducto para la “vida eterna”. Así, la persona religiosa solía adoptar una postura autosatisfecha y no exenta de un cierto sentimiento de superioridad.
Sin embargo, el mensaje de Jesús es completamente claro en este punto: el criterio no es religioso, sino ético. No tiene que ver con creencias mentales, sino con entrañas compasivas.
Además, el corazón compasivo vive la ayuda y el servicio desde la gratuidad. No solo no lo hace para conseguir algo a cambio, sino que ni siquiera tiene una motivación religiosa: “Señor, cuándo te vimos…?”. De un modo similar, a quienes, desde una opción religiosa, vivían queriendo agradar al Señor, se les reprocha con dureza no haberlo reconocido en la persona de los más necesitados. 
La parábola, por tanto, en un primer nivel de lectura, contiene un mensaje revolucionario y subversivo para el mundo religioso: viene a decir que existe un camino para encontrarse con Dios que no pasa por el templo. Esta es, sin duda, una de las mayores novedades de Jesús.
Pero existe aún otro nivel de lectura más profundo, y que remite a –y se comprende desde- el reconocimiento de la naturaleza no-dual de la realidad. Las separaciones mentales –que luego adoptará también la religión- son meras ficciones que confunden y distraen. Lo cierto es que no existe nada separado de nada. Por eso, “el Señor” –Dios, el núcleo de todo lo que es, la Fuente y el Origen de todo, la Consciencia amorosa…- vive en todos los seres y, si se entiende bien, es todos ellos. Por eso, lo que hacemos a cada uno de ellos, lo estamos haciendo a Dios mismo, que también es nosotros. 
Descubrir esto es sabiduría, fuente de liberación, de amor y de ecuanimidad. Su fruto es la plenitud de vida. Ignorarlo, por el contrario, es permanecer encerrados en la ignorancia y, por tanto, en el sufrimiento. Como dijera, hace siglos el poeta y místico Rumi, el peregrinaje al lugar de los sabios consiste en encontrar cómo escapar de la llama de la separación.

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miércoles, 12 de noviembre de 2014

SER MÁS HUMANO=SER CAPAZ DE AMAR MAS



Mt 25, 14-30
Durante mucho tiempo se ha interpretado la parábola materialmente, creyendo nos invitaba a producir y acaparar bienes materiales. De esta interpretación nace el capitalismo salvaje en Occidente, que nos ha llevado a desigualdades sangrantes que no hacen más que crecer incluso en plena crisis. Una vez más, hemos utilizado el evangelio  en contra del mensaje de Jesús. Me gusta más la versión de Lucas, en la que todos los empleados reciben lo mismo; la diferencia está en la manera de responder.
También sería insuficiente interpretar "talentos" como cualidades de la persona. Esta interpretación es la más común y ha quedado sancionada por nuestro lenguaje. ¿Qué significa tener talento? Tampoco es éste el verdadero planteamiento de la parábola. En el orden de las cualidades, también estamos obligados a desplegar todas las posibilidades, pero siempre pensando en el bien de todos y no emplear la mayor inteligencia, el mayor ingenio, la mayor habilidad o preparación, para acaparar más y desplumar a los menos capacitados. Para mayor "inri", dando gracias a Dios por ser más listos que los demás.
Si nos quedamos en el orden de las cualidades, podríamos concluir que Dios es injusto, porque ha dado más a unos que a otros. No es en ese ámbito donde está la valoración. Lo que se juzga no son las cualidades, sino el uso que yo hago de ellas. Tenga más o menos, lo que se me pide es que las ponga al servicio de mi auténtico ser y, por tanto, al servicio de todos. En el orden del ser, todos somos exactamente iguales. Cuando percibimos esas diferencias es que estamos sobrevalorando lo accidental. En el orden del ser todos tenemos el mismo talento, las mismas posibilidades infinitas. Las bienaventuranzas lo dejan muy claro: por más carencias que tengas puedes alcanzar la verdadera salvación.
En todos los órdenes tenemos que poner los talentos a fructificar, pero no todos los órdenes tienen la misma importancia. Como seres humanos tenemos algo esencial, y mucho que es accidental. Lo importante es la esencia que constituye al hombre como tal. Ese eselverdadero talento. Todo lo que puede tener o no tener (lo accidental) no debe ser la principal preocupación. Los talentos de que habla el evangelio, no pueden hacer referencia a realidades secundarias sino a las realidades que hacen al hombre más humano. Y ya sabemos que ser más humano significa ser capaz de amar más.
Los talentos son los bienes esenciales que debemos descubrir. La parábola del tesoro escondido es la mejor pista. Somos un tesoro de valor incalculable.La primera obligación de un ser humano es descubrir esa realidad. La "buena noticia" sería que todos pusiéramos ese tesoro al servicio de todos. En eso consistiría el Reino predicado por Jesús. El relato del domingo pasado, el de hoy y el del próximo, terminan prácticamente igual: "Entraron al banquete de boda..." "Pasa al banquete de tu señor". "Heredad el Reino...". Banquete y Reino son símbolos de plenitud.
Algunos puntos de la parábola necesitan aclaración. En primer lugar,  el que no arriesga el dinero, no lo hace por holgazanería o comodidad, sino por miedo. El siervo inútil no derrocha la fortuna del amo. Simplemente no hace nada. También debería hacernos pensar que se condene tan severamente a uno por no hacer nada. Creo que en nuestras comunidades, lo que hoy predomina es el miedo. No nos deja poner en marcha iniciativas que supongan riesgo de perder seguridades, pero con esa actitud, se está cercenando la posibilidad de llevar esperanza a muchos desesperados.
En segundo lugar, la actitud del Señor tampoco puede ser ejemplo de lo que hace Dios con los que no cumplen. Pensemos en la parábola del hijo pródigo que después de la que armó, es tratado por el Padre de una manera completamente diferente. Quitarle al que tiene menos lo poco que tiene para dárselo al que tiene más, tomado al pie de la letra, sería impropio del Dios de Jesús. Dios no tiene ninguna necesidad de castigar. El que escondió el talento ya se ha privado de él haciéndolo inútil para él mismo y para los demás. Es algo que tendríamos que aprender también nosotros.
Finalmente es también muy interesante constatar que, tanto el que negocia con cinco, como el que negocia con dos, reciben exactamente el mismo premio. Esto indica que en ningún caso se trata de valorar los resultados del trabajo, sino la actitud de los empleados. En una cultura en la que todo se valora por los resultados, es muy difícil comprender esto. En un ambiente social donde nadie se mueve si no es por una paga; donde todo lo que hace tiene que reportar algún beneficio, es casi imposible comprender la gratuidad que nos pide el evangelio. Si necesito premio es que no entendí nada.
La parábola nos está hablando de una dinámica de progreso, de evolución constante hacia lo no existente, mejor dicho, hacia lo no descubierto todavía. El único pecado del hombre es negarse a caminar. El ser humano tiene que estar volcado hacia su interior para poder desplegar todas sus posibilidades. Todo el pasado del hombre (y de la vida) no es más que el punto de partida, la rampa de lanzamiento hacia mayor plenitud. La tentación está en querer asegurar lo que ya tengo, enterrar el talento. Tal actitud no demuestra más que falta de confianza en uno mismo y en la vida, y por lo tanto, en Dios.
Lo que tenemos que hacer es tomar conciencia de la riqueza que ya tenemos. Unos no llegamos a descubrirla y otros la escondemos. El resultado es el mismo. No es nada fácil, porque nos han repetido hasta la saciedad, que estamos en pecado desde antes de nacer, que no valemos para nada. La única salvación posible tiene que venirnos de fuera. Lo malo es que nos lo seguimos creyendo. El relato del camello que se negaba a moverse porque se creía atado a la estaca, aunque no lo estaba, O el león que vivía con las ovejas como un borrego más sin enterarse de lo que era es el mejor ejemplo de nuestra postura.
Todo afán de seguridades, sean materiales o sean espirituales, nos aleja del mensaje de Jesús. Toda intento de alcanzar verdades absolutas y normas de conducta inmutables, que nos dejen tranquilos, carecen de sentido cristiano. Ninguna conceptualización de Dios puede ser definitiva; hace siempre referencia a algo mayor. Estamos aquí para evolucio­nar, para que la vida nos atraviese y salga de nosotros enriquecida. El miedo no tiene sentido, porque la fuerza y la energía no la tenemos que poner nosotros. Nuestro objetivo personal debería ser que al abandonar este mundo, lo dejáramos un poquito mejor que cuando llegamos a él. Bien entendido que mejorar el mundo es hacerlo más humano.

Meditación-contemplación
No hay un "yo" que posea un tesoro.
Soy, realmente,un tesoro de valor incalculable.
Solo hay un camino para poder disfrutar de lo que soy.
Poner toda esa riqueza a disposición de los demás.
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Es la gran paradoja del ser humano.
Solo alcanza su plenitud cuando se da plenamente.
Esto va en contra de lo que nos dicen los sentidos e incluso la razón.
Por eso es tan difícil convencerse de ello.
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Hay una única manera de descubrir la trampa.
Bajar a lo hondo del ser y experimentar lo auténtico.
Hacer oídos sordos a la sirena de los sentidos.
No hacer caso a los discursos hedonistas de la razón.
.......................

Fray Marcos

miércoles, 5 de noviembre de 2014

QUÉ RELIGIÓN CULTIVAMOS EN NUESTROS TEMPLOS?

Mt 25, 1-13
El episodio de la intervención de Jesús en el templo de Jerusalén ha sido recogido por los cuatro evangelios. Es Juan quien describe su reacción de manera más gráfica: con un látigo Jesús expulsa del recinto sagrado a los animales que se están vendiendo para ser sacrificados, vuelca las mesas de los cambistas y echa por tierra sus monedas. De sus labios sale un grito: "No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre".
Este gesto fue el que desencadenó su detención y rápida ejecución. Atacar el templo era atacar el corazón del pueblo judío: el centro de su vida religiosa, social y económica. El templo era intocable. Allí habitaba el Dios de Israel. Jesús, sin embargo, se siente un extraño en aquel lugar: aquel templo no es la casa de su Padre sino un mercado.
A veces, se ha visto en esta intervención de Jesús su esfuerzo por "purificar" una religión demasiado primitiva, para sustituirla por un culto más digno y unos ritos menos sangrientos. Sin embargo, su gesto profético tiene un contenido más radical: Dios no puede ser el encubridor de una religión en la que cada uno busca su propio interés. Jesús no puede ver allí esa "familia de Dios" que ha comenzado a formar con sus primeros discípulos y discípulas.
En aquel templo, nadie se acuerda de los campesinos pobres y desnutridos que ha dejado en las aldeas de Galilea. El Padre de los pobres no puede reinar desde este templo. Con su gesto profético, Jesús está denunciando de raíz un sistema religioso, político y económico que se olvida de los últimos, los preferidos de Dios.
La actuación de Jesús nos ha de poner en guardia a sus seguidores para preguntarnos qué religión estamos cultivando en nuestros templos. Si no está inspirada por Jesús, se puede convertir en una manera "santa" de cerrarnos al proyecto de Dios que él quería impulsar en el mundo. La religión de los que siguen a Jesús ha de estar siempre al servicio del reino de Dios y su justicia.
Por otra parte, hemos de revisar si nuestras comunidades son un espacio donde todos nos podemos sentir en "la casa del Padre". Una comunidad acogedora donde a nadie se le cierran las puertas y donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los más desvalidos y no solo nuestro propio interés.
No olvidemos que el cristianismo es una religión profética nacida del Espíritu de Jesús para abrir caminos al reino de Dios construyendo un mundo más humano y fraterno, encaminado así hacia su salvación definitiva en Dios.

José Antonio Pagola