viernes, 12 de diciembre de 2014

LA BUENA NOTICIA ANUNCIADA POR JESUS ES UN MUNDO POSIBLEPERO DIFERENTE AL DE HOY

4. AL SERVICIO APASIONADO DEL PROYECTO HUMANIZADOR DEL PADRE
La indignación profética de Jesús va a ir acompañada de una fuerte llamada a la esperanza. Conoce bien la realidad trágica de los últimos en Galilea, pero no cede a la resignación y a la desesperanza. Ahora mismo podemos y debemos romper la indiferencia y trabajar por un mundo más humano. ¿Es posible vivir con un horizonte de esperanza?
Es posible la alternativa
El imperio de Roma pretende que la "pax romana", con todo su sistema de opresión y explotación de los pueblos derrotados, es la paz plena y definitiva. La religión del templo defiende que la Torá de Moisés es inmutable y eterna. Mientras tanto, las víctimas del Imperio y los pobres olvidados por la religión oficial están condenados a vivir sin esperanza. Puede haber mejoras en el funcionamiento del sistema imperial, se puede cumplir de manera más escrupulosa la ley mosaica, pero nada decisivo cambia para los pobres: el mundo no se hace más humano. Nadie sabe cómo y de dónde podría brotar una esperanza nueva para los últimos.
El evangelista Marcos nos dice que Jesús caminaba por las aldeas de Galilea anunciando la "Buena Noticia" de Dios, y venía a decir esto: "El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia".
¿Qué es lo que está proclamando Jesús? Empieza un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros conflictos, sufrimientos y opresiones. "Está cerca el reino de Dios". Dios es una presencia cercana y buena que quiere reinar entre nosotros, está buscando abrirse camino en el mundo para hacer más humana nuestra vida.
Es posible la alternativa más allá de la política imperialista de Roma y más alla de la religión del templo de Jerusalén. Es posible un mundo diferente, más digno, justo y dichoso, precisamente porque Dios lo quiere así. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de opresión, sufrimiento y muerte que trazan los poderosos.
Hemos de cambiar y creer en esta buena noticia
Esta es la llamada de Jesús. "Convertíos". Cambiad de manera de pensar y de actuar. Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Su voluntad de humanizar la historia se va haciendo realidad en nuestra respuesta lúcida y responsable a su proyecto humanizador. Es posible dar una dirección nueva y más humana a las energías de la Humanidad, pues Dios nos está atrayendo hacia un mundo más humano. Se nos pide ser protagonistas de una historia más justa y dichosa: atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema, para entrar en la lógica y la dinámica del reino de Dios.
"Creed en esta Buena Noticia". Hemos de tomar en serio esta Buena Noticia que nos viene desde fuera de los sistemas políticos y religiosos y creer en el poder transformador del ser humano, atraído por Dios hacia una vida más digna. Es posible introducir en el mundo una esperanza nueva que no siempre es deducible de nuestra situación actual. Los procesos de transformación son lentos, pero no estamos solos. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y la indignación de los que reclaman justicia.
Lo que necesitamos es testigos de Jesús, hombres y mujeres indignados, centinelas vigilantes, colaboradores incansables del reino, para escribir un relato nuevo de la historia, alentados por la confianza en el proyecto humanizador de Jesús del Padre y por la fe en el ser humano.
En dirección a los últimos
El espíritu del Dios del reino empuja a Jesús hacia los últimos. Los primeros en experimentar esa vida más digna y liberada han de ser aquellos para los que la vida no es vida. En esa dirección vive Jesús buscando el reino de Dios y su justicia. Lucas lo ha captado bien cuando lo presenta en la sinagoga de Nazaret aplicándose a sí mismo unas palabras del profeta Isaías 62, 1-2: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".
Se habla aquí de cuatro grupos de personas: los "pobres", los "cautivos", los "ciegos" y los "oprimidos". Ellos resumen y representan la primera preocupación de Jesús: los que lleva más dentro de su corazón de Profeta del reino. Nosotros hablamos de "democracia", "derechos humanos", "progreso", "Estado de bienestar"... Jesús habla de promover una vida nueva y liberada entre los últimos. No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de los teólogos de la liberación, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios y que anima la vida entera de Jesús en la búsqueda del reino de Dios y su justicia. Dios no puede reinar en el mundo sin hacer justicia a los últimos.
Para Dios, los últimos han de ser los primeros. El camino hacia un mundo más digno y dichoso para todos se comienza a construir desde ellos. Esta primacía es absoluta. La quiere Dios. No ha de ser menospreciada por ninguna política, ideología o religión.

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