jueves, 30 de octubre de 2014

ESTAR DEL LADO DE LOS POBRES NO ES COMUNISMO, ES EVANGELIO

El Santo Padre a los movimientos populares: familia y vivienda van de la mano, acceso a la tierra, y tutela en el trabajo. Rechazar la cultura del descarte, que afecta a niños, ancianos y jóvenes
Por H. Sergio Mora
ROMA, 28 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha recibido en el Aula Vieja del Sínodo a los participantes del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares que inició ayer lunes en Roma y concluye mañana 29 de octubre.
El encuentro ha sido organizado y promovido por el Consejo Pontificio de Justicia y Paz, en colaboración con la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales y con los dirigentes de varios Movimientos.
“Digamos juntos desde el corazón: Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo”. Estas fueron las ideas que el Santo Padre compartió con los casi 100 líderes presentes en el Vaticano, en el Aula vieja del sínodo, entre los cuales el presidente boliviano Evo Morales.
Y el Papa precisó: “Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo”.
“Es extraño -ironizó el Santo Padre- pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista. Y recordó que “el amor a los pobres está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia”.
El Papa les agradeció haber aceptado la invitación “para debatir tantos graves problemas sociales que aquejan al mundo hoy, ustedes que sufren en carne propia la desigualdad y la exclusión” y que “vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, de los pueblos, una realidad muchas veces silenciada”.
Recordó que los pobres “quieren ser protagonistas, se organizan, estudian, trabajan, reclaman y, sobre todo, practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren”. Y que es necesario “luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales”.
A algunos males de hoy los calificó de “destructores efectos del Imperio del dinero”: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia.
Y quiso precisar que este encuentro “no responde a una ideología. Ustedes no trabajan con ideas, trabajan con realidades como las que mencioné”. Y dijo: “Queremos que se escuche su voz que, en general, se escucha poco”. Y lamentó que “las buenas propuestas y proyectos que a menudo escuchamos en las conferencias internacionales se quedan en el reino de la idea”.
Tierra: “Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales”.
El hambre: “Cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. Por otra parte se desechan toneladas de alimentos”.
Techo. Lo dije y lo repito: una casa para cada familia. Porque “familia y vivienda van de la mano”.
Indicó también que “en las barriadas populares donde muchos de ustedes viven subsisten valores ya olvidados en los centros enriquecidos”. Y “bendecidos con una rica cultura popular”. Por eso, ni erradicación ni marginación: Hay que seguir en la línea de la integración urbana.
Tercero, Trabajo. No existe peor pobreza material “que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”.
Y recordó que “una cultura del descarte considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar”. Y sobre la baja natalidad “que descartan los chicos” porque “se les mata antes de nacer, descarte de niños”. También “se descartan los ancianos, porque, bueno, no sirven, no producen” y el “descarte de los jóvenes”.
Porque existen las guerras hechas para favorecer el armamentismo, con sus trágicas consecuencias, el “saquear la naturaleza” para sostener el ritmo frenético de consumo, los consecuentes cambios climáticos y catástrofes naturales delante de los cuales especialmente los pobres lo pierden todo.
Pidió no olvidarse que la creación es un don, es un regalo, un don maravilloso que Dios nos ha dado para que cuidemos de él y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud.
Los movimientos populares expresan la necesidad urgente de revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas por innumerables factores.
Y concluyó indicando que les acompaña: "Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los acompañe en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza, la esperanza que no defrauda, gracias".

EN LAS MANOS DE DIOS

Jn 14, 1-6
Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.
Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Que hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?
La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?
Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: "En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido"
¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.
A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:
"Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver".

José Antonio Pagola

sábado, 18 de octubre de 2014

Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta


Mensaje del Sí­nodo de los Obispos de la III Asamblea General Extraordinaria a las familias del mundo
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Los padres sinodales, reunidos en Roma junto al papa Francisco en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, se dirigen a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida, y lo hacen a través de un mensaje publicado esta mañana. En primer lugar manifiestan "admiración y gratitud por el testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor".
En el mensaje, subrayan que "Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie". Asimismo agradecen a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias.
Como pastores de la Iglesia, indican que también nacieron y crecieron en familias con las más diversas historias y desafíos. "Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades", recuerdan.
Por otro lado, observan que la misma preparación a la asamblea sinodal les "permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares". Después, el diálogo del Sínodo "nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias".
Y presentan las palabras de Cristo en la Apocalipsis "Yo estoy ante la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo". Así, recuerdan que "Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. En sus casas se viven a menudo luces y sombras, desafíos emocionantes y a veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cundo se insinúan el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia".
Ante todo -recuerdan los padres sinodales- está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. Tal y como observan "la vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el estrés de una ansiedad que descuida la reflexión serena".
Por eso advierten que se asiste así a crisis matrimoniales que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. "Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana", indican.
Entre tantos desafíos, los padre sinodales evocan el cansancio de la propia existencia. De este modo hacen referencia al "sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido". Por eso confirman que es "admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas", considerándolas "como un don que reciben y entregan".
A propósito, hacen referencia también a las dificultades económicas, en el padre o en la madre sin trabajo o en los jóvenes que transcurren días vacíos, en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas, en las que son perseguidas, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras u otras opresiones. También piensan en las mujeres que sufren violencia, en la trata de personas, en los niños y jóvenes víctimas de abusos, en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad.
Por eso, los padres sinodales en este mensaje reclaman "a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común".
En la segunda parte del mensaje, recuerdan también "la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias".
Esta luz, aseguran, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro. "El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don", afirman los padres sinodales.
Este itinerario, "comienza en el noviazgo" y "se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia". Y este camino -añaden- conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aún más allá del vigor y de la frescura juvenil. Citando el Evangelio de Juan, recuerdan que "el amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada". Y bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, "persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común".
Las familias que viven esta "aventura luminosa" se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes, explica el mensaje. Al respecto, recuerdan que durante este camino "siempre está la presencia y la compañía de Dios".  Y esto, la familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Así la familia "se presenta como una auténtica Iglesia doméstica", que se amplía a la comunidad eclesial.
"Los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes", observan los padres sinodales. Y así, indican también que "hay más alegría en dar que en recibir". "Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida", afirman.
De este modo, los padres sinodales advierten que "la cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical". Por eso, en la primera etapa del camino sinodal, "hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión".
Para finalizar el mensaje, los padres sinodales piden que se camine con ellos hacia el próximo Sínodo. Y elevan al Padre la invocación por las familias de la Tierra:
Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida.
Padre, da a los padres una casa para vivir en paz con su familia.
Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel.
Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad.
Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia.

martes, 14 de octubre de 2014

AGENDA LATINOAMERICANA, una ayuda para nuestra espiritualidad

VIVIR LA VIDA DESDE DIOS

Domingo XXIX Tiempo Ordinario
19 octubre 2014

Evangelio de Mateo 22, 15-21

          En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y de dijeron:
          — Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
       Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
          — ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.
          Le presentaron un denario. El les preguntó:
          — ¿De quién es esta cara y esta inscripción?
          Le respondieron:
          — Del César.
          Entonces les replicó:
          — Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

******

DIOS Y EL CÉSAR: ¿DESDE DÓNDE NOS VIVIMOS?

          Parece que Jesús era un maestro en desactivar preguntas capciosas…, y en poner en evidencia a quienes urdían trampas con la única finalidad de atraparlo en ellas.
          Eso ocurre en este caso. También cuando le preguntan sobre la resurrección, apelando a un planteamiento absurdo (Mc 12,18-27); cuando le presentan a una mujer sorprendida en adulterio exigiendo su condena (Jn 8,1-11); o cuando le cuestionan la autoridad desde la que actúa (Mt 21,23-27)…
          El diálogo auténtico solo es posible cuando nace de la humildad y del respeto al otro. Se origina en una actitud de apertura y gusto por conocer y valora la aportación de los otros –aunque sea discrepante- como una riqueza.
          En ausencia de tales actitudes, el diálogo se hace imposible. En esos casos, Jesús –consciente de que, tras la adulación, hay una intencionalidad engañosa- opta por mostrar lo inadecuado de la actitud y de la pregunta misma. Y lo hace con salidas ingeniosas, que llevan implícita una carga de profundidad.

          En este caso, se trata de una cuestión particularmente sensible para un pueblo dominado por el Imperio romano y sometido a una gravosa presión impositiva.
          Para empezar, Jesús muestra la incoherencia de quienes le piden que se defina. Los fariseos, opuestos al ejército de ocupación y celosos pregoneros de la única autoridad divina, manejan monedas paganas y, para un judío piadoso, idolátricas. En efecto, la moneda llevaba, en el anverso, la imagen del César Tiberio adornado con la guirnalda de laurel que indicaba la dignidad divina, con esta inscripción: “Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto”. Y, en el reverso, figuraba la leyenda “Pontífice Máximo” y la figura de la madre del emperador sentada en un trono de dioses.
          Pero Jesús no solo desenmascara la incongruencia de quienes le tienden la trampa, sino que introduce una afirmación cargada de consecuencias, que trasciende por completo la “anécdota” del debate: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
         
          En contra de lo que frecuentemente se ha interpretado, a partir de un literalismo engañoso, no se trata de establecer una separación dualista entre dos ámbitos supuestamente enfrentados. Tal lectura distorsiona la realidad y conduce, entre otras cosas, a un espiritualismo desencarnado.
          No es cuestión de realidades separadas, sino de niveles de profundidad. Quizás podría decirse de este modo: “Retirad al César lo que es de Dios”. Con esta expresión, se apuntaría en la dirección adecuada. Porque lo que hace la respuesta de Jesús es desactivar por completo cualquier absolutismo político, toda absolutización del poder.
          No se trata de reservar “lo espiritual” para Dios y dejar que de “lo material” se ocupe el César. Porque tal separación entre ambos ámbitos existe únicamente en nuestra cabeza. Se trata de reconocer que solo lo transpersonal es absoluto; lo personal (egoico), incluido el poder, es siempre relativo y su único sentido le viene de ser un servicio a las personas.
          Nadie ni nada puede arrogarse un poder absoluto. Solo Dios es Dios. La palabra de Jesús, por tanto, apunta nada menos que a un modo de vivirse; o, más exactamente, cuestiona acerca del desde dónde nos vivimos: ¿desde el nivel de lo relativo (el César) o desde el nivel profundo (Dios)?
          Lo espiritual no es lo puesto a lo material. Porque no tiene que ver con el qué, sino con el desde dónde. No existen cosas que serían “espirituales” (rezar, sacrificarse, servir…), frente a otras que no lo serían (reír, jugar, divertirse, trabajar…). Todo es espiritual…, siempre que lo vivamos desde nuestra verdadera identidad, es decir, desde aquel “lugar” en el que nos reconocemos uno con todo lo que es.
          Por decirlo brevemente: si se entiende bien, podría decirse que no se trata de elegir –de un modo dualista- entre “Dios o el César”, sino de vivir todo lo del “César” desde “Dios”.

www.enriquemartinezlozano.com


domingo, 5 de octubre de 2014

LOS "NO" DEL PAPA FRANCISCO


La constante sonrisa del Papa, sus gestos de ternura con niños y enfermos, sus homilías sobre la misericordia, sus escritos sobre la alegría del evangelio… podrían ofrecernos una falsa imagen del obispo de Roma, si estos aspectos tan positivos no se complementan  con algunas  de sus denuncias proféticas, con sus  numerosos “No”.
También el mensaje y vida de Jesús de Nazaret quedarían incompletos o incluso falsificados si las bienaventuranzas y su predilección por los pobres y pequeños no se completasen con sus críticas  a escribas y fariseos, con sus “ay de los ricos”, con la expulsión de los mercaderes del templo que fue el detonante de su pasión y muerte en cruz: “No se puede servir a Dios y al dinero”
Francisco denuncia  proféticamente los aspectos de nuestra sociedad contrarios al evangelio del Reino: No a una economía de la exclusión y la inequidad, no a una economía que mata, una economía sin rostro humano, no a un sistema social y económico injusto que cristaliza en estructuras sociales injustas, no a una globalización de la indiferencia, no a la idolatría del dinero, no a un dinero que gobierna en lugar de servir, no a una inequidad que engendra violencia, que nadie se escude en Dios para justificar la violencia, no a la insensibilidad social que nos anestesia ante el sufrimiento ajeno, no al armamentismo y a la industria de la guerra, no a la trata de personas, no a cualquier forma de muerte provocada…En el fondo Francisco  actualiza el mandamiento de no matar y  defender el valor de la vida humana, desde el comienzo hasta el final. Francisco actualiza la pregunta de Yahvé a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”
Pero junto a esta denuncia profética de nuestra sociedad, Francisco critica también actitudes de los cristianos y de la Iglesia contrarias al evangelio: No a la mundanidad espiritual, no a la acedia ( o apatía) pastoral, no al pesimismo estéril, no a los profetas de calamidades, no a los desencantados con cara de vinagre, no a los cristianos tristes con cara de funeral o de cuaresma sin Pascua, no a la guerra entre nosotros, no nos dejemos robar la comunidad, ni el evangelio, ni el ideal del amor fraterno, ni la fuerza misionera; no a los que creen que nada puede cambiar, no a una Iglesia encerrada en sí misma y autorreferencial, no a una obsesión moralista que olvida el anuncio gozoso del evangelio, no a los pastores que se creen príncipes de la Iglesia y están siempre en los aeropuertos, no al clericalismo, no a los que desean volver al pasado anterior al concilio, no a la falsa alegría, no a los que convierten los sacramentos en aduanas y la confesión en una sala de tormento , no coartar la fuerza misionera de la religiosidad popular que es fruto del Espíritu, no convertirnos en expertos de diagnósticos apocalípticos, no reducir el evangelio a una relación personal con Dios y a una caridad a la carta, no a una religión reducida al ámbito privado y a preparar almas para el cielo, no es suficiente no caer en errores doctrinales si somos pasivos o cómplices de la injusticia y de los gobierno que las mantienen...
Detrás de estos “No” de Francisco se dibuja una imagen realmente evangélica de la Iglesia y el deseo de un mundo mejor, más justo e igualitario, más  cercano al Reino de Dios. La alegría de Francisco no es una alegría mundana ni  fruto de un temperamento optimista, sino  que es la alegría que brota del evangelio de Jesús muerto y resucitado y de la fuerza vivificadora de su Espíritu: “No nos dejemos robar la esperanza”.

Víctor Codina sj

ESTE MUNDO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS: ASUMAMOS LA RESPONSABILIDAD

De esta magnífica enseñanza de Jesús, se saca una conclusión evidente: Jesús solo pactó con Dios y con el pueblo, no con los poderes de este mundo, con los cuales no solo no llegó a ningún acuerdo sino que los criticó duramente, hasta el punto de que vieron en El un gran enemigo de su situación privilegiada, y lo asesinaron. Por eso la muerte de Jesús fue un asesinato en toda regla, urdido por los poderes religiosos y gobernantes del Templo de Jerusalén, confabulados con el gobernador romano para que firmase la pena de muerte para Jesús. 
El propietario
Dios es el propietario de la viña que cuidó con mucho mimo al pueblo hebreo, que había sacado de la esclavitud de Egipto. Suscitó profetas, los criados de la parábola, con una doble finalidad: que denunciasen a los dirigentes que intentasen aprovecharse del pueblo y además lo fuesen guiando para alcanzar su plena liberación. Son quienes hoy denuncian a las multinacionales, que en América del Sur o Africa quitan la tierra a los pobres; a los grandes banqueros que quitan las viviendas con los desahucios; a los gobiernos dictadores y corruptos que se apropian de los bienes del pueblo como en Guinea. Profetas que hoy como entonces son perseguidos y asesinados, como Oscar Romero en el Salvador, Gerardi en Guatemala, Luter King en EE.UU., los Jesuitas de la Universidad Centroamericana, Gandhi en la India, etc. 
Los dirigentes económico-políticos del mundo actual son los labradores de la parábola, que querían entonces y quieren hoy ser los dueños de la viña, es decir, del mundo, que lo están llevando a que cada vez haya más en menos manos y más manos con menos, y así hacen crecer la injusticia, la desigualdad y  el sufrimiento de la mayor parte de la humanidad. 
El hijo del Dueño
Dios, o sea, el dueño de la viña, les envió a su propio hijo. Este hijo es Jesucristo, que entonces los grandes y poderosos de Jerusalén mataron con la muerte más cruel y horrible: la crucifixión.
Este Hijo de Dios son todos los seres humanos a los que matamos hoy, víctimas injustas del hambre, de la sed, de la guerra, del odio, de la violencia, de la injusticia, de la explotación, de la emigración, de los desplazamientos, de las deportaciones. Hoy los ricos y poderosos siguen  matando a Jesucristo en los empobrecidos de la tierra. Y lo seguimos matando todos los que ante tanta barbarie y tanto sufrimiento nos quedamos pasivos e indiferentes, sin hacer nada.
El Papa Francisco
Aquel sacerdocio corrupto y explotador de Jerusalén, que imponía grandes cargas sobre los demás, tristemente tiene no pocas coincidencias con la Iglesia oficial de nuestros días. Al Papa Francisco le preocupan enormemente  los escándalos de la Curia Vaticana, de algunos Obispos y hasta de algún Nuncio, de muchos sacerdotes y religiosos, el ocultamiento de la pederastia, las enormes cantidades de dinero para resarcir a las víctimas de la misma en  vez de ser para remediar a los pobres del Tercer Mundo, etc. Todo esto, así como su cercanía y afinidad con los poderes de este mundo, ha precipitado a la Iglesia en un gran descrédito que ha alejado a la mayoría de la gente de la fe, de la propia Iglesia y de la  fidelidad a Jesucristo que es lo más grave. Solo la salvan de este prolapso sobre todo los misioneros y misioneras que están trabajando con los más empobrecidos del Tercer y Cuarto Mundo.
La credibilidad de la Iglesia
Los empobrecidos de la tierra deberían ver y tener en la Iglesia a su mejor aliado y los poderosos y opresores de este mundo deberían ver y tener en la Iglesia a su peor enemigo, hasta que dejen de ser poderosos y opresores. La recuperación de la credibilidad de la Iglesia solo será posible a través de un compromiso radical, total y absoluto con la justicia en el mundo a favor de los más oprimidos, explotados y maltratados de la Tierra. No le pidamos a Dios cuentas, ni explicaciones, ni ayudas para lo que podemos y debemos hacer y arreglar nosotros. Este mundo está en nuestras manos: asumamos nuestra responsabilidad.

Faustino Vilabrille

APRENDER A NO CONFUNDIR LOS PROPIOS INTERESES CON LA VOLUNTAD DE DIOS

Continuación del domingo pasado: de las tres parábolas con que responde Jesús a loS jefes religiosos, la de hoy es la más provocadora. Al rechazo de los jefes responde Jesús con suma crudeza. Esta parábola se narra ya en el evangelio de Marcos, del que copian Mateo y Lucas. Cuando se escriben estos evangelios, hacia el año 80, ya se había producido la destrucción de Jerusalén y la total separación de los cristianos de la religión judía. Era muy fácil ‘anunciar’ lo que había sucedido ya. También se había producido e interpretado la muerte de Jesús, que es uno de los elementos sustanciales del relato.
Aunque el relato puede verse como parábola, el mismo Mateo nos la presenta como una alegoría, donde, a cada elemento del relato, corresponde un elemento metafórico. El propietario es Dios. La viña es el pueblo elegido. Los labradores son los jefes religiosos. Los enviados una y otra vez, son los profetas.  El hijo es el mismo Jesús. Los frutos que Dios espera son derecho y justicia. El nuevo pueblo, donde los dirigentes tienen que entregar frutos, es la comunidad cristiana.  
El relato del evangelio es copia, casi literal, del texto de Isaías. Pero si nos fijamos bien, descubriremos matices que cambian sustancialmente el mensaje. En Isaías el protagonista es el pueblo (viña), que no ha respondido a las expectativas de Dios; en vez de dar uvas, dio agrazones. En Mateo los protagonistas son los jefes religiosos (viñadores), que quieren apropiarse de los frutos e incluso de la misma viña. No quieren reconocer los derechos del propietario. Pero, curiosamente, al final se retoma la perspectiva de Isaías y se dice que la viña será entregada a otro pueblo, cosa que ni a Isaías ni a Jesús se les podía ocurrir.
Como los domingos anteriores, se nos habla de la viña. Una de las imágenes más utilizadas en el AT para referirse al pueblo elegido. Seguramente, Jesús recordó muchas veces, el canto de Isaías a la viña; sin embargo, no es probable que la relatara tal como la encontramos en los evangelios. No solo porque en él se da por supuesto la muerte de Jesús y el total rechazo del pueblo de Israel, sino también porque a ningún judío le podía pasar por la cabeza que Dios les rechazara para elegir a otro pueblo. Por lo tanto, está reflejando una reflexión muy posterior, de la primera comunidad cristiana.
Se os quitará la viña y se dará a otro pueblo que produzca sus frutos. Una manera muy bíblica de justificar que los cristianos se consideraran ahora el pueblo elegido. Esto era inaceptable y un gran escándalo para los judíos que consideraban la Ley y el templo como la obra definitiva de Dios, y ellos, sus destinatarios exclusivos. El relato no sólo justifica la separación, sino que también advierte a las autoridades de la comunidad que pueden caer en la misma trampa y ser rechazados por no reconocer los derechos de Dios.
Recordemos que entre la Torá (Ley) y el mensaje del Jesús, existe un peldaño intermedio que a veces olvidamos, y que seguramente hizo posible que la predicación de Jesús prendiera, al menos en unos pocos. Recordad las veces que se dice en el evangelio: “para que se cumplieran las escrituras”. Ese escalón intermedio fueron los profetas, que dieron chispazos increíbles en la dirección correcta; aunque no fueron escuchados. Muchas de las enseñanzas de Jesús, y precisamente las más polémicas, ya las encontramos en ellos.
La piedra desechada por los arquitectos es ahora la piedra angular, da por supuesto la apreciación cristiana de la figura de Jesús. Jesús no pudo contemplar el rechazo del pueblo judío como la causa de su propia muerte. Jesús nunca pretendió crear una nueva religión, ni inventarse un nuevo Dios. Jesús fue un judío por los cuatro costados, y nunca dejó de serlo. Si su predicación dio lugar al nacimiento del cristianismo, fue muy a su pesar. El traspaso de la viña a otros sobrepasa con mucho el pensamiento bíblico. En el AT el pueblo de Israel es castigado, pero permanece como pueblo elegido.
Tendremos verdadera dificultad en aplicarnos la parábola si partimos de la idea de que aquellos jefes religiosos eran malvados y tenían mala voluntad. Nada más lejos de la realidad. Su preocupación por el culto, por la Ley, por defender la institución, por el respeto a su Dios era sincera. Lo que les perdió fue la falta de autocrítica y confundir los derechos de Dios con sus propios intereses. De esta manera llegaron a identificar la voluntad de Dios con la suya propia y creerse dueños y señores del pueblo. Si la viña no es propiedad de los arrendatarios, tampoco pueden serlo los frutos. No se pone en duda que la viña dé frutos. Se trata de criticar a los que se aprovechan de los frutos que corresponden al Dueño.
Claro que podemos hacer una crítica de nuestra religión. A Jesús le mataron por criticar su propia religión. Atacó radicalmente los dos pilares sobre los que se sustentaba: el culto del templo y la Ley. Tenemos que recordar a nuestros dirigentes, que no son dueños, sino administradores de la viña. La tentación de aprovechar la viña en beneficio propio es hoy la misma que en tiempo de Jesús. No tenemos que escandalizarnos de que en ocasiones, nuestros jerarcas no respondan a lo que el evangelio exige. Por lo menos, los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron cuenta de que iba por ellos. No estoy tan seguro de que hoy los dirigentes se apliquen el cuento.
La historia nos demuestra que es muy fácil caer en la trampa de identificar los intereses propios o de grupo, con la voluntad de Dios. Esta tentación es mayor, cuanto más religiosa sea la comunidad. Esa posibilidad no ha disminuido un ápice en nuestro tiempo. El primer paso para llegar a esta actitud es separar el interés de Dios del interés del hombre. El segundo es oponerlos. Dado este paso ya tenemos todo preparado para machacar al hombre en nombre de Dios. Que es lo que hacían aquellos jefes religiosos.
¿Qué espera Dios de mí? Dios no puede esperar nada de mí porque nada puedo darle. Él es el que se nos da totalmente. Lo que Dios espera de nosotros no es para Él, sino para nosotros. Lo que Dios quiere es que todas y cada una de sus criaturas alcance el máximo de ser. Como seres humanos, tenemos que alcanzar nuestra plenitud precisamente por nuestra humanidad. Dios espera que seamos plenamente humanos. ¿Pero no somos ya seres humanos? No. Somos un proyecto, una posibilidad. Desde que nacemos tenemos que estar en constante evolución. Jesús alcanzó esa plenitud y nos marcó el camino para que todos podamos llegar a ella. Según él, ser más humano es ser capaz de amar más.
Si se adjudica la viña a otro pueblo, es para que produzca sus frutos. Es la conclusión que podríamos sacar de todo el relato. Ahora bien, ¿de qué frutos nos habla el evangelio? Los fariseos eran los cumplidores estrictos de la Ley.  El relato de Isaías nos dice: “esperó de ellos derecho y ahí tenéis asesinatos; esperó justicia y ahí tenéis lamentos. En cualquier texto de la Torá hubiera dicho: esperó sacrificios, esperó un culto digno, esperó oración, esperó ayuno, esperó el cumplimiento de la Ley.  Pedir derecho y justicia es la prueba de que el bien del hombre es lo más importante. Jesús da un paso más. No habla ya de “derecho y justicia”, que ya era mucho, sino de amor, que es la norma suprema.
La denuncia nos afecta a todos, porque todos tenemos algún grado de autoridad y todos la utilizamos buscando muestro propio beneficio en lugar de buscar el bien de los demás. No sólo el superior autoritario que abusa de sus súbditos como esclavos a su servicio, sino también la abuela que dice al niño: si no haces esto, o dejas de hacer aquello, Jesús no te quiere. Siempre que utilizamos nuestra superioridad para aprovecharnos de los demás, estamos apropiándonos de los frutos que no son nuestros. El evangelio nos da la única alternativa posible al desastre de la historia: hacer del amor la piedra angular.

Meditación-contemplación
¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no haya hecho?
Si en nuestro interior descubrimos alguna queja contra Dios,
no hemos entendido nada de lo que Dios es para nosotros
y nuestra relación con Dios será inadecuada.
…………………
El primer paso seguro hacia Dios
es descubrir que Él ya ha dado todos los pasos hacia mí.
Toda nuestra vida espiritual consiste en responder a ese don total.
Cualquier otra actitud es engañosa.
……………
Para nosotros, Jesús es el ejemplo supremo.
Su punto de partida fue descubrir que Dios era “abba”.
Que quiere decir: padre, madre, principio, origen, meta…
Sentirnos fundamentados en Él será el salto definitivo.
…………

Fray Marcos