miércoles, 24 de diciembre de 2014

QUÉ CELEBRAMOS EN NAVIDAD?

Navidad: fiesta de la humanidad de Dios y de la comensalidad humana

24/12/2014
La Navidad está llena de significados. Uno de ellos ha sido secuestrado por la cultura del consumo que, en vez del Niño Jesús, prefiere la figura del vejete bonachón, Papá Noel, porque es más llamativo para los negocios. El Niño Jesús, por el contrario, habla del niño interior que llevamos siempre dentro de nosotros, que siente necesidad de ser cuidado y que, una vez que ha crecido, tiene el impulso de cuidar. Es ese pedazo de paraíso que no se ha perdido totalmente, hecho de inocencia, de espontaneidad, de encanto, de juego y de convivencia con los otros sin ninguna discriminación.
Para los cristianos es la celebración de la “proximidad y de la humanidad” de nuestro Dios, como se dice en la epístola a Tito (3,4). Dios se dejó apasionar tanto por el ser humano que quiso ser uno de ellos. Como dice bellamente Fernando Pessoa en su poema sobre la Navidad: «Él es el eterno Niño, el Dios que faltaba; el divino que sonríe y que juega; el niño tan humano que es divino».
Ahora tenemos un Dios niño y no un Dios juez severo de nuestros actos y de la historia humana. Qué alegría interior sentimos cuando pensamos que seremos juzgados por un Dios niño. Más que condenarnos, quiere convivir y entretenerse con nosotros eternamente.
Su nacimiento provocó una conmoción cósmica. Un texto de la liturgia cristiana dice de forma simbólica: «Entonces las hojas que parloteaban, callaron como muertas; el viento que susurraba, quedó parado en el aire; el gallo que cantaba se calló en medio de su canto; las aguas del riachuelo que corrían, se estancaron; las ovejas que pastaban, quedaron inmóviles; el pastor que erguía su cayado quedó como petrificado; entonces, en ese preciso momento, todo se paró, todo se silenció, todo se suspendió: nacía Jesús, el Salvador de las gentes y del universo».
La Navidad es una fiesta de luz, de fraternidad universal, fiesta de la familia reunida alrededor de una mesa. Más que comer, se comulga con la vida de unos y otros, con la generosidad de los frutos de nuestra Madre Tierra y del arte culinario del trabajo humano.
Por un momento olvidamos los quehaceres cotidianos, el peso de nuestra existencia trabajosa, las tensiones entre familiares y amigos y nos hermanamos en alegre comensalidad. Comensalidad significa comer juntos reunidos en la misma mesa como se hacía antes: toda la familia se sentaba a la mesa, conversaban, comían y bebían, padres, hijos e hijas.
La comensalidad es tan central que está ligada a la aparición del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años comenzó la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un antepasado común. La singularidad del ser humano, a diferencia de los animales, es la de reunir los alimentos, distribuirlos entre todos comenzando por los más pequeños y los mayores, y después los demás.
La comensalidad supone la cooperación y la solidaridad de unos con otros. Fue ella la que propició el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue verdad ayer, sigue siendo verdad hoy. Por eso nos duele tanto saber que millones y millones de personas no tienen nada para repartir y pasan hambre.
El 11 de septiembre de 2001 sucedió la conocida atrocidad de los aviones que se lanzaron sobre las Torres Gemelas. En ese acto murieron cerca de tres mil personas.
Exactamente en ese mismo día morían 16.400 niños y niñas con menos de cinco años de vida; morían de hambre y de desnutrición. Al día siguiente y durante todo el año doce millones de niños fueron víctimas del hambre. Y nadie quedó horrorizado ni se horroriza delante de esta catástrofe humana.
En esta Navidad de alegría y de fraternidad no podemos olvidar a esos que Jesús llamó “mis hermanos y hermanas menores” (Mt 25, 40) que no pueden recibir regalos ni comer alguna cosa.
Pero no obstante este abatimiento, celebremos y cantemos, cantemos y alegrémonos porque nunca más estaremos solos. El Niño se llama Jesús, el Emanuel que quiere decir: “Dios con nosotros”. Viene bien a la ocasión este pequeño verso que nos hace pensar sobre nuestra comprensión de Dios, revelada en Navidad:
Todo niño quiere ser hombre.
Todo hombre quiere ser rey.
Todo rey quiere ser ‘dios’.
Solo Dios quiso ser niño.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

CÓMO ENTENDER EL RELATO DEL NACIMIENTO DE JESUS HOY

Domingo IV de Adviento
21 diciembre 2014


Evangelio de Lucas 1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
¾ Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. 
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquel. 
El ángel le dijo:
¾ No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
¾ ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
¾ El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
¾ Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

*****

DESCUBRIR LA SABIDURÍA DEL MITO

Los llamados “relatos de la infancia” aparecen únicamente en Mateo y Lucas, no así en Marcos ni en Juan. Parecen ser construcciones tardías, elaboradas con posterioridad al resto del evangelio. Aun reconociendo el profundo “peso” que tales relatos han tenido en la tradición cristiana y en la devoción de tantos creyentes, se trataría de relatos legendarios –“mitos”, en el sentido original del término-, con los que transmitir un mensaje que consideraban fundamental.
Al decir que pertenecen al género mítico, se indica que revisten un carácter especial: a través de imágenes legendarias quieren transmitir un contenido valioso. El mito no es algo falso, sino simplemente narrado o escrito en otro nivel de consciencia, diferente del estrictamente “racional”.
En el caso de los evangelios, así como de otros escritos sobre personas célebres, el objetivo de tales “relatos de infancia” era solo uno: ofrecer al lector, desde el inicio mismo de la obra, un “retrato” del personaje biografiado.
Las imágenes que el mito utiliza están patentes: ángel – diálogo con María – la virgen que concibe sin intervención de varón – la idea de un Dios separado e intervencionista para el que “nada hay imposible”…

El contenido al que apunta el relato que comentamos es rico, sobre todo cuando somos capaces de leerlo desde una perspectiva no-dual. La figura del “ángel” simboliza el nexo de unión entre lo “divino” y lo “humano”: todo es Uno, aunque podamos distinguir “dos niveles” de identidad. Nosotros mismos somos, a la vez, “humanos” (nuestro yo individual) y “divinos” (el Ser único e ilimitado). 
Cuando reconocemos nuestra verdadera identidad, nos sentimos uno con todos y con todo: lo que nace entonces es el “Hijo de Dios”, la humanidad nueva. Pero ese nacimiento requiere que nuestro ego haya presentado, previamente, su acta de defunción. Y eso lo hace cuando nos alineamos con el presente y nos rendimoscompletamente a la Sabiduría mayor que rige todo: “Hágase en mí según tu palabra”. 
La oración puesta en labios de María aparecerá más tarde en boca de Jesús, durante la angustia previa a su pasión: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). Realmente, parece la única “oración” acertada: que sea lo que tiene que ser, amo lo que es, me rindo a la Sabiduría mayor que guía todo el proceso. Y entonces, en una paradoja admirable, al amar lo que es, haremos –como María, como Jesús- lo que debamos hacer.

Por lo demás, es innegable que el parto virginal es un mito que se extendía en la antigüedad desde Egipto hasta la India. Horus, en Egipto, nace de la virgen Isis (tras el anuncio que le hace Thaw); Attis, en Frigia, de la virgen Nama; Krishna, en la India, de la virgen Devaki; Dionisos, en Grecia, y Mitra, en Persia, de vírgenes innominadas… Por cierto, de prácticamente todos ellos se dice que nacieron un 25 de diciembre, en el solsticio de invierno –en el hemisferio Norte-, justo cuando el Sol vuelve a “nacer”, venciendo a la noche.
Pero la profundidad del texto es extraordinaria. María es virgen porque deja actuar al Espíritu en ella, viviendo en una disponibilidad total: “Hágase en mí según tu palabra. La “virginidad” es la desapropiación del yo, que permite que Dios (la Vida, el Misterio) pase a través de nosotros, de nuestra “forma” individual, que es cauce o canal por el que se expresa.
La virginidad tiene poco que ver con lo biológico; es, más bien, sinónimo de disponibilidad. Su sentido queda expresado en una de las expresiones más hermosas que he leído: Jesús es lo que acontece cuando Dios habla sin obstáculos en un hombre(Jean Sulivan).

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viernes, 12 de diciembre de 2014

LA BUENA NOTICIA ANUNCIADA POR JESUS ES UN MUNDO POSIBLEPERO DIFERENTE AL DE HOY

4. AL SERVICIO APASIONADO DEL PROYECTO HUMANIZADOR DEL PADRE
La indignación profética de Jesús va a ir acompañada de una fuerte llamada a la esperanza. Conoce bien la realidad trágica de los últimos en Galilea, pero no cede a la resignación y a la desesperanza. Ahora mismo podemos y debemos romper la indiferencia y trabajar por un mundo más humano. ¿Es posible vivir con un horizonte de esperanza?
Es posible la alternativa
El imperio de Roma pretende que la "pax romana", con todo su sistema de opresión y explotación de los pueblos derrotados, es la paz plena y definitiva. La religión del templo defiende que la Torá de Moisés es inmutable y eterna. Mientras tanto, las víctimas del Imperio y los pobres olvidados por la religión oficial están condenados a vivir sin esperanza. Puede haber mejoras en el funcionamiento del sistema imperial, se puede cumplir de manera más escrupulosa la ley mosaica, pero nada decisivo cambia para los pobres: el mundo no se hace más humano. Nadie sabe cómo y de dónde podría brotar una esperanza nueva para los últimos.
El evangelista Marcos nos dice que Jesús caminaba por las aldeas de Galilea anunciando la "Buena Noticia" de Dios, y venía a decir esto: "El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia".
¿Qué es lo que está proclamando Jesús? Empieza un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros conflictos, sufrimientos y opresiones. "Está cerca el reino de Dios". Dios es una presencia cercana y buena que quiere reinar entre nosotros, está buscando abrirse camino en el mundo para hacer más humana nuestra vida.
Es posible la alternativa más allá de la política imperialista de Roma y más alla de la religión del templo de Jerusalén. Es posible un mundo diferente, más digno, justo y dichoso, precisamente porque Dios lo quiere así. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de opresión, sufrimiento y muerte que trazan los poderosos.
Hemos de cambiar y creer en esta buena noticia
Esta es la llamada de Jesús. "Convertíos". Cambiad de manera de pensar y de actuar. Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Su voluntad de humanizar la historia se va haciendo realidad en nuestra respuesta lúcida y responsable a su proyecto humanizador. Es posible dar una dirección nueva y más humana a las energías de la Humanidad, pues Dios nos está atrayendo hacia un mundo más humano. Se nos pide ser protagonistas de una historia más justa y dichosa: atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema, para entrar en la lógica y la dinámica del reino de Dios.
"Creed en esta Buena Noticia". Hemos de tomar en serio esta Buena Noticia que nos viene desde fuera de los sistemas políticos y religiosos y creer en el poder transformador del ser humano, atraído por Dios hacia una vida más digna. Es posible introducir en el mundo una esperanza nueva que no siempre es deducible de nuestra situación actual. Los procesos de transformación son lentos, pero no estamos solos. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y la indignación de los que reclaman justicia.
Lo que necesitamos es testigos de Jesús, hombres y mujeres indignados, centinelas vigilantes, colaboradores incansables del reino, para escribir un relato nuevo de la historia, alentados por la confianza en el proyecto humanizador de Jesús del Padre y por la fe en el ser humano.
En dirección a los últimos
El espíritu del Dios del reino empuja a Jesús hacia los últimos. Los primeros en experimentar esa vida más digna y liberada han de ser aquellos para los que la vida no es vida. En esa dirección vive Jesús buscando el reino de Dios y su justicia. Lucas lo ha captado bien cuando lo presenta en la sinagoga de Nazaret aplicándose a sí mismo unas palabras del profeta Isaías 62, 1-2: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".
Se habla aquí de cuatro grupos de personas: los "pobres", los "cautivos", los "ciegos" y los "oprimidos". Ellos resumen y representan la primera preocupación de Jesús: los que lleva más dentro de su corazón de Profeta del reino. Nosotros hablamos de "democracia", "derechos humanos", "progreso", "Estado de bienestar"... Jesús habla de promover una vida nueva y liberada entre los últimos. No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de los teólogos de la liberación, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios y que anima la vida entera de Jesús en la búsqueda del reino de Dios y su justicia. Dios no puede reinar en el mundo sin hacer justicia a los últimos.
Para Dios, los últimos han de ser los primeros. El camino hacia un mundo más digno y dichoso para todos se comienza a construir desde ellos. Esta primacía es absoluta. La quiere Dios. No ha de ser menospreciada por ninguna política, ideología o religión.

viernes, 5 de diciembre de 2014

ADVIENTO ES ESPERANZA EN NUESTRAS MANOS

Espíritu SantoADVIENTO: ¿ES REALISTA HOY PROPONER QUE RENAZCA LA ESPERANZA?YOLANDA CHÁVEZ, yolachavez66@gmail.com
LOS ÁNGELES (USA).
ECLESALIA, 05/12/14.- “Estamos en Adviento ¡Que rápido se fue el año!, ¿No le da miedo Yolanda?” Exclamó una de mis compañeras en una de las sesiones de catequesis en nuestra comunidad parroquial en días pasados…
¡Adviento! Como catequista inmediatamente pensé en el tema, en extraerle todo el sentido práctico al prepararlo, sin palabras vacías o falsas promesas alejadas de la realidad cotidiana de esos padres de familia que me miran ansiosamente a los ojos, esperando que esta semana también les dé un motivo para seguir creyendo en Dios en medio de todo este sinsentido, en el Dios que les propuse desde el inicio de nuestras sesiones: El Dios de la vida que camina con nosotros.
Así que hice una rápida revisión en mis archivos mentales:
El Jesús que vino, El que viene actualmente, y El que vendrá.
Adviento es espera, y la espera carece de sentido en esta época de Internet de alta velocidad.
Adviento es esperanza, y la esperanza no es nada pragmática.
Adviento es anhelo de Utopía, y la Utopía es ‘lo que no está en ningún lugar’.
Adviento es parusía, y la parusía es el advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos… suena tan lejano.
¿Cómo hablar entonces de Adviento?
¿Es realista hoy proponer que renazca la esperanza y además esperarla durante cuatro domingos? Me pregunté.
Luego recordé la frase de un tal Ebeling: “Lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades”…
Soy mujer, las mujeres sabemos muy bien sobre la posibilidad de esperar y convertimos además la espera en una causa de alegría. Así que les hablé a los padres de familia de sembrar y esperar.
Les propuse sembrar a Dios en nuestra carne para que florezca y una vez florecido en nosotros, llevarle esa felicidad, ese amor y esa luz que vienen de Él, a las personas que sufren. Comenzando con los de nuestra familia y los de nuestra comunidad.
Aceptaron, y mientras hacíamos la corona de Adviento, les miré a cada uno: Sonreían, tenían los ojos llenos de entusiasmo y esperanza. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Los cristianos tenemos una gran responsabilidad

"Lo  que nos sobra es un deber para la necesidad del prójimo".
Esta idea no es obra de Marx, ni Engels, ni Lenin, ni tampoco lo es de los que tienen la cabeza a la izquierda, pero el bolsillo bien a la derecha. Es un mensaje que se repite constantemente en los escritos de los cristianos de los primeros siglos: San Ambrosio, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo, San Basilio, etc. Si la fe no compromete el bolsillo no es verdadera.
El Mensaje de Jesús es para allanar los senderos de este mundo
Para que no haya ni ricos ni pobres, ni opresores ni oprimidos, ni explotadores ni explotados, ni marginadores ni marginados. Quien no lo entienda así no ha entendido nada del mensaje liberador de Jesucristo.
Todo el que posee riquezas está objetivamente fuera del Reino de Dios, incluida la misma Iglesia Católica, donde quiera que las posea, porque a alguien se las están debiendo. A la Iglesia y su jerarquía le sobran muchas: en palacios, templos, santuarios, museos, ornamentos, imágenes...
También le sobran el cobro por misas, funerales, bodas, papeles..., mientras Jesucristo se está muriendo de hambre, frío y abandono en muchas partes del mundo donde hay personas sufriendo esos y otros muchos males. ¿Es que la salvación de Jesucristo no es gratuita? Todo servicio a la Comunidad debe ser gratuito, sin esperar nada a cambio.
Toda religión tiene que ser para hacer la vida más digna, feliz y esperanzada.
De lo contrario es falsa. Pero sucede que todas las religiones y en concreto en la Católica hemos creado un laberinto de senderos que no tienen nada que ver con allanar los senderos del Señor. Laberintos, sobre todo morales, legales y litúrgicos, complicadísimos, ritualizando las liturgias y los sacramentos hasta caer en el ridículo, y olvidándonos de los grandes valores del mensaje de Jesús.
Con los laberintos morales de algunos mandamientos y sacramentos hemos hecho sufrir a mucha gente. Ejemplo: El sacramento del perdón y la misericordia, con la confesión individual, lo hemos convertido en una humillación, no ante Dios, sino ante otro hombre. Incluso hemos llegado a llamarlo tribunal de la penitencia.
Afortunadamente los creyentes cristianos acuden cada vez más a la celebración comunitaria de la penitencia y cada vez menos a la individual. Es solo Dios quien perdona y solo Él quien conoce lo que hay en el interior de cada hombre.
Otro ejemplo: Fijémonos en las misas de los Obispos o el Papa: yo no puedo imaginarme a Jesús de Nazaret, quitándose y poniéndose a cada paso solideos o mitras, cogiendo o dejando báculos (muchas veces lujosos), usando unas veces unas ropas y otras veces otras, sentándose en una silla más lujosa y por encima de los demás, etc.
Parece que estamos en una representación teatral en que todo está pautado, incluso las manos unas veces para arriba, otras para los lados, otras juntas... ¿Sabrán qué significan y para qué hacen esas cosas? Desde luego los de abajo no lo sabemos. Nos perdemos en las formas olvidando el fondo.
Los senderos de Jesús son claros y sencillos: amor, fraternidad, compañía, ayuda, luz, vida, cercanía, justicia, solidaridad, igualdad, acogida, afecto, ternura, amabilidad, sencillez, pequeñez, dulzura... Son los grandes valores del mensaje de Jesús.
Juan dice que Jesús nos bautizará con Espíritu Santo.
Bautizarse es decidirse por Jesucristo, y por tanto por la práctica de esos grandes valores de su mensaje, para con ellos construir el Reino de Dios en este mundo, el cual haga la vida más digna, gratificante y feliz para todos los seres humanos y toda la creación.
Para bautizarnos, primero deberíamos hacernos discípulos de Jesucristo, decidirnos por vivir y cumplir su mensaje. Él lo dejó bien claro cuando les dijo a sus primeros discípulos: "id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado" (Mateo 28,19-20).
Marcos lo recoge así: "les dijo: id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación, el que crea y sea bautizado se salvará" (Marcos 16,15-16). Primero creer: en el lenguaje bíblico, creer no es la aceptación intelectual de algo, sino la práctica inmediata de lo conocido. Por tanto, bautizar o bautizarse sin ser discípulo de Jesús mediante el conocimiento y el compromiso con su mensaje carece de sentido.
Los miles de corruptos y corruptores que hay en nuestro país, así como los pederastas de Granada, seguro que todos o casi todos están bautizados: ¿Para qué les sirvió? Jesús dijo: "no podéis servir a Dios y al dinero", y "quien recibe a un niño a mí me recibe"..."quien escandalice a un niño más le valdría atarse al cuello una rueda de molino y tirarse al mar".
El bautismo de Jesús fue un gran compromiso con el pueblo de Galilea.
Fue tan grande su compromiso con el pueblo pobre y oprimido de Galilea que lo llevó desde el bautismo de agua en el Jordán al bautismo de sangre en la cruz. En medio de los dos bautismos quedaron los ciegos viendo, los cojos andando, los sordos oyendo, los mudos hablando, los leprosos curados, los hambrientos alimentados, los mujeres despreciadas y marginadas rehabilitadas, los muertos con nueva vida, los niños identificados con Dios, el amor convertido en Ley Suprema para toda la humanidad.
Después de su segundo bautismo le llegó para El, para todos los seres humanos y toda la creación, la plenitud de la Resurrección, a fin de que "todos y todo tengamos vida y vida en abundancia" para siempre.
Que el Espíritu que estuvo sobre él, esté también sobre nosotros y nos lleve por su mismo camino.

Faustino Vilabrille