lunes, 9 de febrero de 2015
UNA ENTREVISTA A UNA TEÓLOGA SOBRE EL PAPADO DE FRANCISCO
06.02.15 - Mundo
[ENTREVISTA ESPECIAL] Mensaje liberador del Papa es amenazado por sectores conservadores
Marcela Belchior
Adital
Al comienzo de este año, una carta abierta dirigida al arzobispo de Barcelona (España), cardenal Luis Martínez Sistach, circuló entre teólogos, académicos, periodistas e intelectuales. En ella se denunciaba que iglesias locales estarían "tratando de poner freno" al mensaje liberador del Papa Francisco, persiguiendo a los líderes difusores del pensamiento del Sumo Pontífice, víctimas de un "boicot insidioso".
Los autores de la carta eran el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, y la teóloga Teresa Toldy, coordinadora del Observatorio de la Religión en el Espacio Público (Policredos), de la misma institución, en Portugal. Uno de esos líderes acosados por los sectores de oposición al Papa Francisco sería el escritor y teólogo español Juan José Tamayo, vinculado a la Teología de la Liberación.
En el documento, Boaventura y Teresa pedían firmas en manifestación de solidaridad a Tamayo, que, "de manera brillante y audaz viene luchando por un ecumenismo interreligioso y elaborando una teología intercultural, poscolonial y feminista de la liberación". Para entender mejor este contexto, Adital entrevistó, en exclusividad, a Teresa Toldy. Doctora en Teología por la Philosophisch-Theologische Hochschule Sankt Georgen (Frankfurt/Alemania) y presidente de la Asociación Portuguesa de Teologías Feministas, destaca que los dos principales componentes del discurso papal - la opción clara por los pobres y la primacía de la misericordia sobre la rigidez doctrinal - constituyen dos de los aspectos que merecen la oposición de los sectores más conservadores dentro (y fuera) de la Iglesia.
¿Cómo responder a tal ofensiva? No desistir del mensaje liberador y contribuir a que las puertas abiertas por Francisco al diálogo pluralista no se cierren. "Pienso que es tiempo de ‘crear onda’ para que tal cosa pueda ocurrir, probablemente no en este pontificado sino en un próximo", alienta la teóloga. Para ello, Teresa enfatiza que los grandes cambios en la Iglesia tienen que ser presionados por las bases. "El Vaticano no es la Iglesia", asevera.
Teresa Toldy es Doctora en el área de Teología Feminista y da clases en Portugal. Foto: Reproducción.
ADITAL - Circula la información de que iglesias locales estarían organizándose para frenar la resonancia del mensaje del Papa Francisco, y que una de las víctimas de ese boicot sería el teólogo español Juan José Tamayo, vinculado a la Teología de la Liberación. ¿Cómo está relacionado esto con la postura que viene asumiendo el Sumo Pontífice?
Teresa Toldy - La conferencia de Juan José Tamayo era sobre Ignacio Ellacuría, en los 25 años del aniversario de su muerte. Es obvio que para los sectores conservadores de la Iglesia el asesinato del grupo de jesuitas en El Salvador, así como el de Don Óscar Romero, continúan siendo algo embarazoso, que les gustaría barrer debajo de la alfombra, porque es signo de un martirio por causa de la defensa de la justicia en un contexto de dictadura de derecha.
Ellacuría era un teólogo de la liberación, tal como Tamayo, en contextos diferentes, obviamente. El Papa Francisco habla claramente el lenguaje de la teología de la liberación, desde el comienzo de su pontificado, desde que apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro despojado de señales de poder, desde que escribió su primera Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium", a la cual él mismo atribuye "un significado programático", con "consecuencias importantes" (EG 25) y que pone a los pobres en el centro de la preocupación y la acción de la Iglesia.
No fue ése el tono en los pontificados anteriores: Benedicto XVI y Joseph Ratzinger son la misma persona: el teólogo/ideólogo responsable de la represión de las teologías de la liberación (y de todas las teologías progresistas, piénsese en las teologías feministas o interreligiosas). No podemos olvidarnos de que fue él el autor del documento "Libertatis conscientia: Sobre la libertad cristiana y la liberación", de 1986, y que fue durante el Pontificado de Juan Pablo II que hubo toda una política de sustitución de obispos progresistas por obispos reaccionarios y de silenciamiento sistemático de teólogos como forma de refrenar las teologías progresistas, principalmente en América Latina, pero no sólo.
Hay muchos en la Iglesia (no sólo la jerarquía, hay que decirlo) que corren, en este momento, el riesgo de ser menos abiertos que el Papa, de no estar logrando acompañar su paso. Prohibiciones como la de Tamayo, para hacer una conferencia sobre Ellacuría, parecen ilustrar eso mismo.
Teólogo Juan José Tamayo es uno de los perseguidos por la oposición al Papa Francisco. Foto: Reproducción.
ADITAL - ¿Cuáles son los puntos claves de esa oposición al Papa Francisco? ¿De qué manera se manifiesta eso?
TT -El Papa Francisco asumió desde el comienzo de su pontificado que desea una Iglesia pobre para los pobres. Para él, la opción por los pobres no es una entre otras. Él afirma frontalmente: "Está claro que Jesús no nos quiere como príncipes que miran con desdén, sino como hombres y mujeres del pueblo. Ésta no es la opinión de un Papa, ni una opción pastoral entre varias posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no precisan de interpretaciones que las despojarían de su fuerza interpeladora. Vivámoslas sine glossa, sin comentarios" (EG 271).
Y el Papa no sólo afirma esto, sino que actúa de ese modo: recibe a líderes de movimiento sociales, recibió a Gustavo Gutiérrez [fundador de la Teología de la Liberación], critica duramente las tendencias y las tentaciones de la Curia (los 15 pecados de la Curia), entre las cuales se encuentra "la patología del poder", telefonea a personas en situaciones de sufrimiento, hace de cada Audiencia General una fiesta de los simples.
Esa actitud está marcada por la primacía de la misericordia sobre la doctrina rígida. Critica duramente aquello que considera "una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria, que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en vez de evangelizar, se analizan y clasifican a los demás y, en vez de facilitar el acceso a la gracia, se consumen las energías a controlar" (EG 94). En las sus homilías en Santa Marta, censura frecuentemente al fariseísmo y la dureza de corazón.
Ahora pienso que esos dos componentes – la opción clara por los pobres y la primacía de la misericordia sobre la rigidez doctrinal– constituyen dos de los aspectos que merecen la oposición de los sectores más conservadores dentro (y fuera) de la Iglesia. El Sínodo sobre la Familia – un momento de debate pluralista, como el Papa pidió – constituyó un ejemplo vivo de la existencia de tendencias dentro de la Iglesia que prefieren mantener posiciones estáticas (como se volvió claro en la cuestión del acceso de los recasados a la comunión y en la cuestión de los homosexuales).
ADITAL - ¿Como responder a esa ofensiva?
TT -Haciendo camino sin desistir y teniendo paciencia. Paciencia, ¿por qué? Este Papa es un pastor, un hombre con el oído pegado al corazón de los pobres, un hombre que no teme, en tanto Papa, dar ejemplos de conversaciones en un lenguaje popular, con el pueblo. Sin embargo, es un Papa que parece ser más conservador, por ejemplo, en lo que tiene que ver con la moral sexual (aunque, también aquí, ponga la misericordia al frente de la inflexibilidad de los preceptos morales: basta pensar en sus palabras acerca de que los católicos no deben procrear como los conejos y en el ejemplo que dio de una mujer que conociera embarazada del octavo hijo y que, en todos los partos, hizo una cesárea. "¿Eso es irresponsabilidad?". Ella decía: ‘Yo confío en Dios’, pero yo le dije que Dios nos concedió los medios para ser responsables").
También parece tener una posición no favorable o, como mínimo reticente, en lo relativo al acceso de las mujeres al ministerio ordenado. Como tal, pienso que en este momento estamos ante un Papa entre dos fuegos: el fuego reaccionario (para quien él es un obstáculo y un estorbo) y el fuego progresista impaciente (para quien él no va tan lejos y tan rápidamente como sería deseable).
Considero que, en este momento, debemos todas y todos contribuir sobre todo para que las puertas abiertas por el Papa no se cierren –mejor, para que no triunfen los que quieren cerrarlas: tenemos que meter un pie en la puerta, para no dejarla cerrar. La puerta decisiva que se abrió fue la del diálogo pluralista –¡una ráfaga de aire fresco después de décadas de plomo! Es por esta puerta que debemos seguir para continuar la lucha por los cambios con los cuales soñamos inclusivamente, en lo que tiene que ver con la cuestión de las mujeres en la Iglesia, ¡que me es tan caro! Sería deseable un Concilio para debatir todas estas cuestiones. Pienso que es tiempo de "crear una ola” para que tal cosa pueda ocurrir –probablemente, no en este pontificado, sino en uno próximo.
Francisco supera el tono conservador del pontificado de Benedicto XVI. Foto: Reproducción.
ADITAL - A partir de la postura de Francisco, que enfatiza el acercamiento de la Iglesia a los pobres y enuncia un discurso vinculado a valores progresistas, la expectativa es que sea superada la fractura de décadas del Vaticano con la Teología de la Liberación. ¿Esto puede representar una amenaza para los sectores más conservadores de la sociedad y, como tal, estimular la acción opositora?
TT -Puede representar una amenaza, sí. Basta ver algunos ejemplos: el Papa ha sido acusado de ser comunista. Rush Limbaugh, un comentador político estadounidense, cercano al Tea Party, afirmó que el Papa no entiende nada de economía y no sabe lo que está diciendo cuando habla de capitalismo y de socialismo. Tim Worstall escribió un artículo en Forbes en el que dice esencialmente lo mismo. Benjamin Powell, director del "Free Market Institute del Texas Tech University", afirmó lo mismo. La cuestión es que no estamos hablando sólo de opiniones aisladas: estamos hablando de individuos que dan voz o que están vinculados a grupos e instituciones relacionadas con políticas de derecha y con intereses económicos.
Otra estrategia es aquella que procura neutralizar el mensaje del Papa Francisco, diciendo que él dice lo mismo que los Papas anteriores, sólo que "en una lenguaje diferente". Esa estrategia constituye una forma de disolver la novedad y la contundencia de sus palabras (véase, a título de ejemplo, las palabras de John Wauck, un vaticanista miembro del Opus Dei).
Al fin de casi un año de pontificado, la Radio Renacimiento, emisora católica portuguesa, hizo un balance en el cual el presidente del su consejo de gerencia, el canónigo João Aguiar Campos, destacaba la misma nota: "el cambio en la receptividad del mensaje es operado no tanto por el contenido, sino por la forma. Estamos en un cambio de estilo, pura y simplemente. Él es un Papa de continuidad. Todos los Papas son de continuidad, en esa perspectiva. La Iglesia tiene una historia de 2 mil años, no da saltos, no hace erupciones ni cortes en su historia. Pero creo importante realzar eso de la continuidad, porque el Papa Francisco está revolucionando el modo de decir, pero no va revolucionar todo.
ADITAL - Que desafíos tiene la Teología de la Liberación en este contexto?
TT -La Teología de la Liberación es desafiada, antes que nada, por el contexto del capitalismo financiero global en que vivimos y por sus consecuencias para millones de seres humanos – ésta es "una economía que mata", como dice el Papa. Es urgente hacer y divulgar ampliamente lecturas alternativas a la "teología del mercado" – a la idea de la inevitabilidad de este modelo económico.
Pienso que el gran desafío continuará siendo dar voz a voces que experimentan las consecuencias de este modelo en su vida cotidiana y a las voces disonantes, a la búsqueda de "otros mundos posibles". En el fondo, se trata de mantener como una voz profética, conciliando análisis competentes con propuestas convincentes, a la luz del sueño de Dios que habita en la fe de los más débiles.
ADITAL - En su evaluación, ¿el Papa Francisco significa cambios reales, desde el punto de vista teológico e institucional, en la relación de la Iglesia Católica con la sociedad o, hasta el momento, esa transformación se localiza sólo en el discurso del Santo Padre?
TT - Pienso que el Papa está introduciendo cambios institucionales: aunque yo no sea (ni pretenda serlo) una vaticanista, juzgo que hay señales de la existencia de alteraciones en curso en la Curia, en la concesión de gobierno (veáse el grupo de cardenales consultores del Papa), en el papel dado a las iglesias locales (veáse la elección de cardenales de "zonas remotas"), en el esfuerzo de mayor transparencia y justicia (piense en la cuestión de la pedofilia), así como en una actitud dialogante de base (veáse la insistencia del Papa, por ejemplo, al comienzo del Sínodo sobre la Familia, para que la discusión fuese realmente libre y pluralista).
Todos estos aspectos tienen impacto positivo en la opinión pública y en la sociedad, que parece, en general, tener una actitud muy positiva en relación con este Papa. Sin embargo, sería un error considerar que habrá de ser el Papa que hará todo: es urgente que haya transformaciones y compromiso de las iglesias a nivel local.
ADITAL - ¿Cómo evalúa el grado de apertura del Vaticano para que se consolide este cambio sugerido por la postura del Papa Francisco, considerado progresista?
TT -Marco Politi, en su libro "Francesco tra lupi" habla de opositores a Francisco dentro del Vaticano y en connivencia con fuerzas exteriores al Vaticano. En una entrevista publicada en el sitio web de Unisinos [Instituto Humanitas Unisinos – IHU], afirmó lo siguiente: "Los lobos son los adversarios del Papa Francisco en la Curia y fuera de la Curia, pero también en el mundo económico, sobre todo cuando señala con su dedo a nivel global en contra de las injusticias de la gestión de la economía. Él no está en contra de la economía de mercado, pero ataca la gestión de esa economía, sobre todo financiera. Todos aplauden, pero nadie da un paso. Hay una fuerte resistencia pasiva al Papa en el campo económico en razón de los cambios que está haciendo en la estructura económica de la Santa Sede, entre otros en el IOR, el Banco Vaticano. En Italia, hay una serie de relaciones entre monseñores y gente de negocios, inclusive ex miembros de los servicios secretos".
Sin embargo, por los motivos ya mencionados (las alteraciones que mencioné en la pregunta anterior), pienso que habrá quien lo apoye. Sin embargo, otra vez, los grandes cambios de la Iglesia tienen que ser presionados por las bases: el Vaticano no es la Iglesia. La Iglesia es el pueblo de los creyentes. Y éste tiene que continuar haciendo presión para que los cambios se consoliden.
Por eso me referí también a la relevancia de la convocatoria de un concilio en el cual estén representadas proporcionalmente todas las fuerzas vivas de la Iglesia, así como miembros de todas las otras iglesias cristianas y de otras religiones, así como consultores exteriores a la Iglesia que hacen el recorrido humano con todos los cristianos.
El Papa enfrenta oposición dentro del Vaticano en connivencia con fuerzas exteriores. Foto: Radio Vaticano.
ADITAL - ¿Y la Iglesia Católica en el ámbito local (parroquias, diócesis, etc.)? ¿Tendríamos una manera de evaluar cómo el clero ha recibido el mensaje del Sumo Pontífice?
TT -Es muy difícil hacer esta evaluación: estamos hablando de miles y miles de parroquias y diócesis. En algunos países será difícil pasar del inmovilismo tradicionalista a una actitud activa de salida a la calle, como el Papa quiere. Los últimos 30 años fueron gastados intentando enterrar, en forma más o menos explícita, lo que el Concilio Vaticano II había iniciado: la superación del modelo piramidal de la Iglesia y la centralización.
Habrá muchas iglesias locales en las cuales será difícil interiorizar las palabras del Papa, cuando él dice: "prefiero una Iglesia accidentada, herida y embarrada, por haber salido a las calles, que una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro, y que termina presa en una maraña de obsesiones y procedimientos" (EG 49).
Para saber lo que piensa el clero, realmente sería preciso que la palabra se desatara de nosotros y de las telarañas en que ha estado presa: es preciso superar el miedo de perder el lugar, de "perder el puesto”. Es preciso arriesgarse. Es preciso democratizar la Iglesia: no en el sentido de una democracia representativa, según el modelo occidental (ya gastado y mostrando señales de quiebra), sino en el sentido de una democracia participativa, o mejor, de una familia en la que todos tienen lugar y en la que las diferencias no se traducen en exclusiones sino en un enriquecimiento de todos.
ADITAL - En relación con los laicos, ¿tenemos cómo percibir esa recepción?
TT -Lamentablemente, una parte de lo que comenté en la pregunta anterior se aplica aquí también: hay atavismo, rutina. Pero también existen muchas experiencias alternativas, rejuvenecidas. Importa hacerlas circular. Pienso que la dinámica generada por la respuesta al cuestionario lanzado por el Vaticano para preparar el Sínodo de la Familia, por ejemplo, constituye una señal del deseo de mayor involucramiento de muchos miles de católicos.
Vuelvo a decir: es importante poner un pie en la puerta para no dejarla cerrar. Y los laicos deberán desempeñar un papel decisivo en este movimiento, de no dejar que la Iglesia pierda lo que está por ganar con el Papa Francisco: la posibilidad de una Iglesia cercana a los que más sufren, no en una actitud caritativa paternalista sino en una actitud de comunión profunda. Por eso, también es preciso dar voz a aquellos que, dentro de la Iglesia, han sufrido formas crueles de exclusión por pensar de manera diferente, por haber hecho opciones en su vida personal que los pusieron fuera de los círculos eclesiales.
ADITAL - ¿Hay diferencias en la receptividad del mensaje del Papa Francisco en distintas partes del mundo? ¿Podemos señalar cuáles son y localizarlas?
TT -El Pew Research Center's Religion & Public publicó, el pasado mes de diciembre, los resultados de una investigación sobre la imagen del Papa en las distintas regiones del mundo. De acuerdo con esa investigación, la imagen del Papa es muy favorable en Europa, Estados Unidos y América Latina, siendo menos favorable en África, Asia y Medio Oriente, regiones en las cuales hay porcentajes altos de ausencia de clasificación (respuestas del tipo: "nunca oí hablar de él", "no podría clasificarlo", "no sé").
En este cuadro general, importa decir algo que es relevante para la comprensión de la receptividad del mensaje del Papa en contextos diferentes: las problemáticas sociales y eclesiales en las diferentes regiones del mundo son muy distintas. Así, si en Europa y en Estados Unidos hay un porcentaje elevado de católicos preocupados, por ejemplo, con las cuestiones centrales expresadas en las reivindicaciones de movimientos como Nosotros Somos Iglesia, enfocados en la reivindicación de derechos de ciudadanía individual dentro de la Iglesia (incluyendo la cuestión de la ordenación de las mujeres, del fin del celibato obligatorio, de una nueva actitud de la Iglesia frente a la sexualidad), hay otras regiones del mundo en que las cuestiones de la justicia social, de los derechos humanos, de las persecuciones religiosas constituyen el centro de las preocupaciones de los católicos.
Estas diferentes sensibilidades llevan a una recepción diferente del mensaje del Papa: para el primer grupo (algunos sectores europeos y estadounidenses), va demasiado despacio. Para otros, va demasiado deprisa (piénsese, por ejemplo, en la perplejidad con que las afirmaciones del Papa son recibidas en algunos países del Este europeo, sobre todo en países que han salido de regímenes comunistas, en los cuales los obispos continúan refiriéndose a Benedicto XVI y a Juan Pablo II).
Para un tercer grupo, constituye una señal de confirmación del rumbo tomado hace décadas (piénsese en el acontecimiento histórico de la recepción de los líderes de los movimientos populares por parte del Papa Francisco, en el cual éste afirmó que "Tierra, techo y trabajo —eso por lo cual ustedes luchan— son derechos sagrados. Reivindicar eso no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia".
ADITAL - Considerando la actual coyuntura política internacional de Occidente, especialmente en lo relacionado con el avance del pensamiento progresista en la región latinoamericana, ¿cómo dialoga con el pensamiento actual la postura del Papa Francisco?
TT –El coraje con que el Papa denuncia las estructuras de muerte de la economía capitalista, así como las exclusiones producidas por la misma (visibilizadas en forma radicalmente cruel, por ejemplo, en los naufragios en Lampedusa de aquellos que intentan entrar en Europa), asociado con la franqueza en su acogida a los más pobres (invitándolos a ocupar el primer lugar en la fila de sillas en la audiencia general coincidente con su cumpleaños), le da la autoridad proveniente de la coherencia.
La política internacional corre el riesgo de sumergirse en un pantano de hipocresía dictado por el ansia de hacer sobrevivir un modelo económico que no sólo mata sino que también está profundamente caduco. El Papa aparece como un líder creíble, asociando la profundidad de las convicciones con la cercanía con el pueblo.
El Papa Francisco dialoga con las teologías progresistas de América Latina. Foto: Reproducción.
ADITAL - Con tal postura más descentralizada y abierta de la Iglesia Católica, apuntando a la ruptura de una cultura tradicionalista de la institución, los sectores conservadores temen una pérdida de espacio y de poder por parte de la Iglesia Católica. Por otro lado, hay quienes consideran que es un camino para que la institución religiosa vuelva a acercarse a los fieles perdidos en los últimos años. ¿Sería ése el punto? ¿Cuál es el principal punto de esta problemática?
TT -Esta cuestión es muy interesante y daría margen para otras tantas preguntas y otras tantas reflexiones: la relación de la Iglesia con el poder. Ésta es una área en que la teología está invirtiendo a fondo: el área de la crítica del "espíritu del imperio", como bien le llaman Néstor Míguez, Joerg Rieger y Jung Mo Sung en la obra "Beyond the Spirit of Empire" (2009).
Es altamente probable que el Papa Francisco constituya una desilusión para aquellos a quienes les gustaría que el mundo continuara siendo gobernado por la religión y por sus instituciones (según el modelo de la Cristiandad, que podríamos traducir también por la trilogía "Dios, Patria, Autoridad"). No es ése el modelo de Francisco. Pienso que este proyecto de una iglesia que prefiere ensuciarse en el barro de los caminos a quedarse dentro de sus puertas, a deteriorarse, es aquella que tiene futuro junto a los "fieles perdidos en los últimos años": ellos esperaban un pastor que no tiene miedo de oler como sus ovejas, para utilizar de nuevo una expresión de Francisco.
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