Incentivar la reflexión sobre la construcción de una economía sana frente a una economía que mata. Y mientras sigue existiendo esa economía, apoyar a los más débiles para que no sucumban en su intento por vivir con dignidad.
-Ser responsables de la co-creación, aumentando la sensibilidad y el compromiso por proteger el Planeta, sin supeditar este cuidado a intereses económicos de explotación, dañando la Naturaleza.
-Proteger la Amazonía como pulmón del planeta y recuperar y desarrollar propuestas de una Iglesia inserta en ella, escuchando a los pueblos indígenas, generando comunidades en las que Palabra, Eucaristía y Vida estén conectadas.
-Reconocer y aceptar la diversidad como algo que nos enriquece y aumentar la acogida, la protección y la inclusión, superando cualquier tipo de marginación, xenofobia o racismo.
-Promover en profundidad el diálogo interreligioso con la mirada puesta en la Paz, a la que todos somos llamados desde nuestras respectivas confesiones, que debe andar de la mano de la justicia y del reconocimiento amoroso de la dignidad de todo ser humano.
-Ser testigo de una Iglesia fundada sobre Jesús, que se vive en comunidad y que escucha al Espíritu que sopla, con libertad, buscando como actualizar la Tradición al servicio de una Iglesia toda ella servidora.
-Denunciar con valor los abusos sexuales en el seno de la Iglesia; y ayudar a que los que han delinquido respondan a la justicia sin privilegios y que las víctimas sean reconocidas y resarcidas en lo posible.
-Prevenir abusos de todo tipo dentro de la Iglesia, criticando el clericalismo y caminando hacia una Iglesia participativa y corresponsable, en la que todos y todas encuentren su lugar se ser y hacer Iglesia.
-Escuchar con sencillez a todos, a los más sencillos, a los que están en "otra onda", hablar con claridad, alejándose de lenguajes crípticos y de las "torres de marfil" de alguna teología.
-Renovar la Curia para que cumpla su función de servicio. Hacer una Iglesia más sinodal y conciliar, según las propuestas ya recogidas en el Vaticano II
-Dar pasos firmes en el diálogo ecuménico, superando barreras de siglos, reconociendo a los otros, respondiendo en profundidad al mandato de Jesús de "Ser todos Uno".
-Presentar una Iglesia gozosa, alegre, entusiasmada por la Buena Noticia del Evangelio, que nos abre a la verdadera Esperanza. Una Iglesia que tiene más un rostro de madre y padre que acunan en sus brazos, que cuida y limpia las heridas, que promueve el desarrollo de cada ser, que perdona a quien se arrepiente, que de Juez implacable que acusa y condena. En definitiva, una Iglesia que trata de mostrar las entrañas de Misericordia de Dios.
Y todo esto, no por ningún capricho, ni ideología particular, sino fruto del discernimiento y la obediencia a Jesús y a la comunidad que el quiso que fuéramos. Y para eso nos dejó su Espíritu y la oración como herramienta para contactar con esta realidad, que es a la vez inmanente y transcendente.
Pues bien, esto son sólo algunas pinceladas de lo que el papa Francisco está intentando hacer, con más o menos éxito, con el consenso y la colaboración activa de una parte importante de la Iglesia; y que, fácilmente podemos reconocer a través de muchas noticias de los medios.
Pero, ahora, con más fuerza que en otros momentos, o tal vez como al principio de su pontificado, se están produciendo reacciones virulentas contra el papa, en las que se adivina cierta connivencia de sectores de Iglesia retrógrados y alejados del Evangelio, aliados con fuerzas económicas que consideran este proyecto de Iglesia una amenaza para sus intereses y con medios de comunicación que les sirven como esbirros fieles, utilizando la difamación, la calumnia, los falsos testimonios y la maledicencia, sin ningún tipo de escrúpulos. No quiere decir que se pongan de acuerdo, algo de lo que no hay pruebas, sino que sus intereses son coincidentes, al menos en parte y actúan de manera similar.
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