miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL TIEMPO ASTRONOMICO Y EL ESPIRITUAL

El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. No es negando la temporalidad, como alcanzaremos la eternidad, sino zambulléndonos en ella hasta encontrarnos con su médula.
En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá del tiempo y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad.

LA JUSTICIA ES CONDICIÓN SINE QUA NON DE UNA AUTÉNTICA PAZ

 Se nos llena la boca al pronunciar esta palabra, pero no nos interesa demasiado afrontar los verdaderos problemas que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia, que es “condicio sine qua non” de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra, garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es más perverso que la ley del talión. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie. El secreto sería trabajar siempre por el bien de todos y cada uno de los hombres.
Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro ser humano. Mientras no nos enteremos de esta realidad; mientras haya un solo hombre que se sienta superior, no podrá haber paz. Hoy por hoy, estamos a años luz de esta utopía, que sin embargo debe ser el primer fundamento de todas las relaciones humanas. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, etc. etc., pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura, tan común, es de auténtica hipocresía.
Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos sometidos al servicio del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con bombas y cañones. Que mueren personas inocentes… son inevitables “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados en el camino… da lo mismo, lo importante es que se han cumplido los objetivos. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría de la humanidad no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos. Carta universal de los derechos humanos, firmada por todos los países, ¿para qué? Sería de risa, si no fuera de pena.
La que debíamos buscar todos, es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!
Debemos tomar conciencia de pertenecer a una familia, donde no haya ni superior ni inferior, ni señor ni esclavo, esta es la clave de todo el mensaje evangélico. La transformación debe empezar dentro de cada ser humano. Si desterrásemos de nosotros todo egoísmo, se terminarían todas las guerras. Según Jesús, es más humano el que es capaz de amar más. Es inútil pretender una plenitud humana a costa de los demás

UN NUEVO AÑO: QUE POR DONDE YO PASE LA VIDA SEA MAS AMABLE Y MENOS DURA

Hoy comenzamos un «año nuevo». ¿Cómo será?, ¿qué espero yo del nuevo año?, ¿qué deseo de verdad?, ¿qué es lo que necesito?, ¿a qué dedicaré mi tiempo más precioso e importante?, ¿qué sería para mí algo realmente nuevo y bueno en este año que hoy comienza?
¿Viviré de cualquier manera, pasando de una ocupación a otra, sin saber exactamente qué quiero ni para qué vivo, o aprenderé a distinguir lo importante y esencial de lo que es secundario? ¿Viviré de forma rutinaria y aburrida, o aprenderé a vivir con espíritu más creativo?
¿Seguiré este año alejándome un poco más de Dios o empezaré a buscarlo con más confianza y sinceridad? ¿Seguiré un año más mudo ante él, sin abrir mis labios ni mi corazón, o brotará por fin de mi alma maltrecha una invocación pequeña, humilde pero sincera?
¿Viviré también este año preocupado solo por mi bienestar o sabré preocuparme alguna vez de hacer felices a los demás?, ¿a qué personas me acercaré?, ¿sembraré en ellas alegría, o contagiaré desaliento y tristeza? Por donde yo pase, ¿será la vida más amable y menos dura?
¿Será un año más, dedicado a hacer cosas y más cosas, acumulando egoísmo, tensión y nerviosismo o tendré tiempo para el silencio, el descanso, la oración y el encuentro con Dios?, ¿me encerraré solo en mis problemas o viviré tratando de hacer un mundo más humano y habitable?
¿Seguiré con indiferencia las noticias que día a día me llegarán desde los países del hambre?, ¿contemplaré impasible los cuerpos destrozados de las gentes de Irak o los ahogados de las pateras?, ¿seguiré mirando con frialdad a los que vienen hasta nosotros buscando trabajo y pan? ¿Cuándo aprenderé a mirar a los que sufren con corazón responsable y solidario?
Lo «nuevo» de este año no nos vendrá de fuera. La novedad solo puede brotar de nuestro interior. Este año será nuevo si aprendo a creer de manera nueva y más confiada, si encuentro gestos nuevos y más amables para convivir con los míos, si despierto en mi corazón una compasión nueva hacia los que sufren.

José Antonio Pagola

domingo, 27 de diciembre de 2015

Los valores cristianos los vivió Jesús en el modelo judío y se pueden vivir en modelos muy diferentes

Lc 2,41-52
Solo si conocemos lo que era la familia en tiempo de Jesús, estaremos en condiciones de comprender lo que nos dice el evangelio. En aquel tiempo no existía la familia nuclear, formada por el padre, la madre y los hijos. En su lugar encontramos el clan o familia patriarcal. El control absoluto pertenecía al varón más anciano. Todos los demás miembros: hijos, hermanos, tíos, primos, esclavos formaban una unidad sociológica. Este modelo ha persistido en toda el área mediterránea durante milenios. Cuando un varón se casaba, la esposa entraba a formar parte de su familia, olvidándose de la suya propia. La ceremonia principal de la boda consistía en conducir a la novia de casa de su padre a la casa del novio. 
Todos los miembros de la familia, formaban una unidad de producción y de consumo. Pero la riqueza básica del clan era el honor. Sus miembros estaban obligados a mantenerlo por encima de todo. Por eso el deber primero de todos y de cada uno, era mantener el estatus social limpio de sospecha. No era solo una cuestión social sino también económica. Las relaciones económicas eran inconcebibles al margen de la honorabilidad y el prestigio. Era vital para el clan que ningún miembro se desmandara y malograra el bienestar de toda la familia. Esto no quiere decir que no tuvieran los esposos relaciones especiales entre ellos y con los hijos. Incluso podían tener su casa propia, pero nunca gozaban de independencia.
Esta perspectiva nos permite comprender mejor algunos episodios de los evangelios. El que acabamos de leer es un ejemplo. Desde la idea de una familia formada por José, María y Jesús, es incomprensible que se volvieran de Jerusalén sin darse cuenta de que faltaba Jesús. Si todo el clan (treinta – cincuenta personas) sube a Jerusalén, como familia, los varones estarían juntos, las mujeres también y los jóvenes andarían por su lado, sin preocuparse demasiado los unos de los otros, porque la seguridad la daba el grupo.
Otros pasajes también se explican mejor desde esta perspectiva: (Mc 3, 20-21) “Al enterarse ‘los suyos’ se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio”. Lo que pretendía su familia era impedir que siguiera por el camino que había emprendido. Trataban de evitar una catástrofe para él y para todo el clan. El tiempo les dio la razón. Un poco más adelante (Mc 3, 31-34): “Una mujer dice a Jesús: tu madre y tus hermanos están fuera. Él contestó: Y ¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Se nos está diciendo que para llevar a cabo su obra, Jesús tuvo que romper con su clan, lo cual no supone para nada que rompiera con sus padres. Este episodio lo recoge también Mt y Lc.
Hay otro aspecto que también se explica mejor desde este contexto. La costumbre de casarse muy jóvenes (las mujeres a los 12-13 años y los hombres a los 13-14). Era vital adelantar la boda, porque la media de edad era unos treinta y tantos años y a los cuarenta eran ya ancianos. En el ambiente que tenían que vivir, no era tan grave la inexperiencia de los recién casados, porque seguían bajo la tutela y seguridad que daba el clan. También la responsabilidad de criar y educar a los hijos era tarea colectiva, sobre todo de las mujeres. 
Jesús no se sometió a ese control porque le hubiera impedido desarrollar su misión. Fijaros el ridículo que hacemos cuando en nombre de Jesús, predicamos una obediencia ciega, es decir, irracional, a personas o instituciones. Cuando creemos que el signo de una gran espiritualidad es someter la voluntad a otra persona, dejamos de ser nosotros mismos. La explicación que acabo de dar, pretende armonizar la responsabilidad de Jesús con su misión y el cariño entrañable que tuvo que sentir, sobre todo por su madre. 
El relato evangélico que acabamos de leer, está escrito ochenta años después de los hechos; por lo tanto no tiene garantías de historicidad. Sin embargo, es muy rico en enseñanzas teológicas. No hay nada de sobrenatural ni de extraordinario, en lo narrado. Se trata de un episodio que revela un Jesús que empieza a tomar contacto con la realidad desde su propia perspectiva. Justo a los doce años empezaban a ser personas, a tomar sus propias decisiones y a ser responsables de sus propios actos. 
Sentado en medio de los doctores. Los doctores no tienen ningún inconveniente en admitirle en el “foro de debate”. Tiene ya su propio criterio y lo manifiesta. Sus padres no entienden nada. Lc está preparando lo que va a significar toda la vida pública, adelantando una postura que no es de niño sino de persona responsable y autónoma. No es difícil imaginar que sus padres no lo comprendieran. La verdad es que fue, para casi todos los que le conocieron, incomprensible la calidad humana del que se llamaría a sí mismo hijo del hombre. Sigue el texto diciendo: siguió bajo su autoridad, pero ya ha dejado claro que su misión va más allá de los intereses de su clan. La última referencia es también un aldabonazo a nuestro empeño en hacerle Dios antes de tiempo. Dice el texto que Jesús crecía en estatura en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres
Debemos buscar la ejemplaridad de la familia de Nazaret donde realmente está, huyendo de toda idealización que lo único que consigue es meternos en un ambiente irreal que no conduce a ninguna parte. Sus relaciones, aunque se hayan desarrollado en un marco familiar distinto del nuestro, pueden servirnos como ejemplo a nosotros, en nuestro propio modelo de familia. Lo importante no es la clase de institución familiar en que vivimos, sino los valores humanos que desarrollamos. Jesús predicó lo que vivió. Si predicó la entrega, el servicio, la solicitud por el otro, quiere decir que primero lo vivió. El marco familiar es el primer campo de entrenamiento para todo ser humano. El ser humano nace como proyecto, que tiene que ir desarrollándose a lo largo de toda la vida con la ayuda de los demás. 
Debemos tener mucho cuidado de no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona humana. Ella es el valor supremo. Las instituciones ni son santas ni sagradas. Con demasiada frecuencia se abusa de las instituciones para conseguir fines ajenos al bien del hombre. Entonces tenemos la obligación de defendernos de ellas. No son las instituciones las culpables sino algunos seres humanos que se aprovechan de ellas para conseguir sus propios intereses a costa de los demás. No se trata de echar por la borda una institución por el hecho de que me exija esfuerzo. Todo lo que me ayude a crecer en mi verdadero ser, me exigirá esfuerzo. Pero nunca puedo permitir que la institución me exija nada que me deteriore como ser humano.     
La familia sigue siendo hoy el marco privilegiado para el desarrollo de la persona humana, pero no solo durante los años de la niñez o juventud, sino durante todas las etapas de nuestra vida. El ser humano solo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás. La familia es el marco insustituible para esas relaciones profundamente humanas. Sea como hijo, como hermano, como pareja, como padre o madre, como abuelo. En cada una de esas situaciones, la calidad de la relación nos irá acercando a la plenitud humana. Los lazos de sangre o de amor natural debían ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás con nuestra capacidad de entrega y servicio.
En ninguna parte del NT se propone un modelo de familia, sencillamente porque no se cuestiona el existente en aquel tiempo. Proponer un único modelo de familia como cristiano, es pura ideología. Si dos hermanos viven con uno de los padres forman una familia, cuando muere el padre, ¿dejan de ser una familia? y si son dos personas que se quieren y deciden vivir juntos, ¿no son una familia? Jesús no defendió instituciones, sino a las personas que la forman. En cualquier modelo de familia lo importante es el amor, que Jesús predicó y que debemos desarrollar en cualquier circunstancia que la vida nos plantee. 
Resumen: Los valores cristianos los vivió Jesús en el modelo judío y se pueden vivir en modelos muy diferentes.
Meditación-contemplación
No sería mala idea hacer hoy la meditación todos juntos en familia.
Piensa: ¿Qué sería yo sin los demás?
Nada, absolutamente nada.
Ni siquiera mi existencia sería posible.
Si los que te rodean han hecho posibles que tú seas,
¿Es mucho pedir, que tú ayudes a los demás a ser?
......................................
¿Cómo podría la araña tejer su tela si no tuviera puntos de apoyo para fijar su trama?
Tu vida depende de esos puntos de apoyo.
Deja que otros se apoyen en ti para tejer su propia vida.
.........................................
La familia es el primer campo de entrenamiento para alcanzar humanidad.
No dejes de entrenarte cada día.
Pero la verdadera batalla hay que ganarla en la relación con los de fuera.
Deja que todos encuentren en ti un apoyo para seguir viviendo.
Es la única manera de vivir tú a tope.
......................................


Fray Marcos

FIESTA DE LA FAMILIA

La familia tiene carta de ciudadanía divina. Se la dio Dios para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza (Papa Francisco)
27 de diciembre,  Fiesta de la Sagrada Familia
Lc 2, 41-52
Pensando que iba en la caravana, hicieron dos días de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos
Una fiesta de la “Familia del Carpintero” –si es que pudiera llamarse así en aquellos tiempos-  y, por igual, de todas las demás familias. En la carpintería, José atendía los múltiples encargos que los vecinos de la zona le encargaban; María atendía los quehaceres de la casa, y Jesús colaboraba con ambos, honrándoles como aconseja el Eclesiástico 3, 2. Pero de modo particular todos ellos “crecían en sabiduría y gracia a los ojos de Dios y de los hombres”.
En ella y de ella, aprendió Jesús a ser hombre entre los hombres; a incorporar, el anhelo que entona Luis Rosales:
“La espiritualidad es saber guiarse de noche
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
De noche iremos, de noche,
que para encontrar la fuente
 sólo la sed nos alumbra.”
Y así, creciendo y anhelando, eran una familia más del pueblo, que vivían dichosos porque, como canta el Salmo 127, temían al Señor y seguían sus caminos. O más bien porque amaban al Señor y no necesitaban mandamiento alguno para hacerlo. Les era suficiente reconocer que eran hijos suyos; filiación que les hacía sentirse inmersos en un espacio humano de cariño, fraternidad, respeto y acogida con todos los demás seres creados.
“Estamos en la fiesta de las familias”, dijo el Papa Francisco en Filadelfia. “La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza”.
Una familia más en el pueblo la de Jesús, José y María. Nada de excepcional, y menos  de “Sagrada”. Una de tantas como poblaban aquella humilde aldea galilea. En el relato de su historia no hubo dogmas de inmaculadas concepciones, anuncios de ángeles gabrieles, ni concepciones y partos virginales. Y menos, Madres de Dios que luego exigen asunciones.  Y sin embargo, muy digno todo ello de seguir escrito con letras de oro en los Anales de nuestra cotidiana Historia.
Dice Lucas que sus padres se “pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos”.Encontrar a Jesús no ha sido nunca cosa fácil. A María se lo anunció un ángel, y a José otro se lo dijo en sueños. Herodes, por más que preguntó no logró hacerlo y los Magos necesitaron la guía de una estrella hasta llegar y verlo. sigue repitiendo la pregunta del poderoso y de los sabios: “¿Dónde está el rey de los judíos?” Hoy mucha gente todavía sigue repitiendo la pregunta del poderoso y de los sabios: “¿Dónde está el rey de los judíos?”
Para el hombre del siglo XXI encontrar a Jesús en los demás es problema del que busca. Jesús está presente en ellos, como Dios está en todas las cosas. Somos un Cuerpo Místico al que todos y todo pertenecemos. Sólo nos falta creer en él, acudir al oftalmólogo, comprar gafas de amor y comprensión, y recorrer con ellas puestas las calles de la vida.
Familia tiene que ver con hijos. Con Navidad -Natividad- y el Papa identifica a todos los cristianos con lo que esta fiesta ha de significar para ellos.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA NAVIDAD
(Quienes lo deseen pueden verlo y escucharlo en Material Multimedia de esta semana)
 La Navidad suele ser una fiesta ruidosa, pero nos vendría bien un poco de silencio para oir la  voz del Amor.
La Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma.
El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida.
Los adornos de las Navidades eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida.
Las campanas de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir.
Eres también luz de Navidad cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad.
Los ángeles de Navidad eres tú, cuando mandas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor.
La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor.
Eres también lo mejor de los Reyes, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quién.
La música de Navidad eres tú, cuando conquistas la armonía en ti.
El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano.
La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la verdad  está escrita en tus manos.

Vicente Martínez

martes, 22 de diciembre de 2015

POR QUÉ HAY TANTA RESISTENCIA A LA INVITACIÓN DE FRANCISCO A LA MISERICORDIA?

Suponemos que todos hemos registrado que uno de los acentos mayores en el pontificado de Francisco está siendo, desde el comienzo, esa insistencia que él pone en hablar, comunicar su convicción, animar a reconocer, anunciar, testimoniar la misericordia de Dios. Su convocatoria a celebrar un Año santo de la misericordia, a partir del próximo 8 de diciembre, va por supuesto en ese sentido, como él mismo lo dice: “Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre” (en el n. 3 de la Bula “El rostro de la misericordia”).

Ahora bien, una cosa que llama mucho la atención es la resistencia que esta persistente invitación del obispo de Roma levanta en el seno de la Iglesia. Y no solo por parte de anónimos cristianos y cristianas, sino también de personajes conocidos e importantes en ella. Algo que pudo comprobarse en el último Sínodo. Parece que el mensaje de Francisco (y antes, de la propia Sagrada Escritura) contiene peligros diversos y sobre todo hace sentir inseguros a poderes y controles varios. De ahí lo del “miedo” del título, tantas son las advertencias y aclaraciones sobre el asunto.

Pongamos un ejemplo: ¿cómo van a pretender ser objeto de la misericordia de Dios, dicen estos, los divorciados vueltos a casar que no se arrepienten y deciden a dejar de vivir en ese estado? Así lo han repetido y siguen reiterándolo, recordándolo una y otra vez, quienes creen defender al amor de Dios contra la amenaza del “buenismo”, como dicen, o de un “mangaanchismo”, diríamos, que no respeta la verdad (mejor si es con V mayúscula).

Hace pocos días vimos un breve video de un sacerdote español, al parecer con bastante predicamento en su tierra, que alertaba sobre “la falsa misericordia de Dios y sus consecuencias” (sic, suponemos que lo de “falsa” no es por Dios, sino por los que la presentan mal). Para él, pero son muchos y muchas en esa línea, la garantía estaría entonces en no dejar de aclarar cada vez que sí, está bien la misericordia de Dios, pero siempre que nos arrepintamos y nos comprometamos a cambiar. Y aclaraba, en medio de protestas de amor y adhesión al papa, que “quien avisa no traiciona”, porque las amenazas de cisma en la Iglesia son ciertas, apenas nos dejemos llevar por la onda de la “falsa misericordia”. Sería bastante grotesco hablar de un “cisma de la misericordia”…

¿Por qué este temor? Por qué esta resistencia a aceptar que la misericordia de Dios es lo primero de lo primero, y no hay que andar con la preocupación constante de agregarle inmediatamente “sí, pero…”. Para nuestra desgracia, la educación en la fe que hemos recibido se ha centrado no en el amor de Dios, en su misericordia que se nos regala siempre, sino en nuestro pecado. Razonamos desde allí, y reproducimos esa lógica en muchas cosas más. Por ejemplo cuando no logramos, aun en documentos muy oficiales, afirmar nuestra fe y gratitud por la encarnación del Hijo de Dios sin aclarar muy ortodoxamente, “menos en el pecado”. No fue así la manera en que nos transmitieron esa fe las primeras generaciones cristianas, como lo escuchamos de manera muy gráfica en los días de la Navidad: relato del nacimiento en Belén por Lucas (pero otros dicen que un ángel le aclaraba a los pastores, y luego a los magos, “miren que se hizo hombre sí, pero menos en el pecado”). O también en el famoso himno de la carta a los Filipenses 2: Pablo no estuvo fino para agregar la precisión y le pareció bien dejar nada más que “adoptó nuestra condición”.

En fin, no es nuestra intención polemizar para pasar el rato. Nos preocupa, y mucho, que este mensaje que Francisco expresa de mil maneras, por activa y pasiva, con palabras y gestos elocuentes, y que es un limpio alimento de esperanza para las angustias de muchos en nuestros días, dentro y fuera de la Iglesia, quede filtrado por el miedo de que tal vez estemos dejando algo por el camino. Nos parece que aquí está una de las mayores contribuciones de este papa, la que hará seguro que su servicio quede en la historia. Por supuesto que todos estábamos al tanto de que nuestro Dios es “compasivo y misericordioso”, pero en una de esas no nos animábamos demasiado a aceptarlo con simplicidad, y sobre todo no nos atrevíamos a hacerlo centro de nuestro mensaje, sin todos esos agregados prudentes. Es que ello nos obliga a olvidarnos un poco de nosotros, a no mirarnos tanto el ombligo para alabarnos o denigrarnos, y sí mucho más a los demás, para ser “misericordiosos como el Padre”.

Pero no es la nuestra una preocupación que tenga que ver solo con la Iglesia. Estamos convencidos (¿estamos?) que la humanidad necesita de la misericordia como del agua. Toda la creación, más bien. Por eso que quienes tienen la grandeza de practicarla, aún en medio de situaciones muy comprometidas, oxigenan tanto la vida de todos, causan tanta admiración (pero no tanta imitación) y aportan tanto más allá de todo cálculo costo-beneficios. Para terminar, traemos dos ejemplos de nuestros días, cuando escribimos estas líneas.

El primero tiene que ver con los atentados de París. Muy probablemente hemos leído ya las palabras escritas por Antoine Leiris, ese joven padre cuya esposa fue asesinada en el Bataclan. Repetimos el párrafo más conocido: “le has robado la vida a un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrás mi odio… no tendrás jamás el odio de mi hijo”. ¿Por qué será tan difícil una reacción como esta? ¿Por qué, en nuestras sociedades, si albergamos sentimientos y actitudes de este tipo para quien nos ha hecho o nos hace mal, parece que se estuviera negando todo lo que es correcto? ¿Solo será posible adscribirse a la lógica del tenés que pagar en el mismo nivel de lo que hiciste? ¡Qué abismo entre “declarar la guerra” y ese “no tendrás mi odio”! ¿Que no es posible definir una política sobre la base de la misericordia, o como se quiera decir, seamos realistas? Está por verse. Y por intentarse.

Y el otro ejemplo viene del mismo Francisco con su decisión de visitar la República Centroafricana y su capital Bangui. Contra muchos consejos y pedidos en contrario, todos ellos atendibles. En verdad nos sentimos orgullosos de pertenecer a la misma comunidad de ese cristiano llamado Jorge Bergoglio. Le damos gracias a Dios por la fuerza de su fe para poner por encima de su misma seguridad la solidaridad fraterna con esa gente, entre los más pobres de la tierra, sometida además a violencia y enfrentamientos mortales. Hermosa y esperanzadora señal. Realzada por la iniciativa inesperada de abrir la primera “puerta de la misericordia” del Año santo en la propia catedral de Bangui, anuncio de otro camino posible, de fecundidad incalculable. En palabras del obispo de Bangassou, el andaluz Juan J. Aguirre: “Ojalá que Francisco nos ayude con un nuevo itinerario que nos saque de esta violencia infernal. O, simplemente, que nos abra la puerta del Jubileo de la Misericordia en la catedral de la Inmaculada Concepción de Bangui para que, pasando por ella, Jesús nos recoja, cual Buen Samaritano, nos cure y nos lleve a la posada de la reconciliación”.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS LOS QUE SIGUEN ESTE BLOG

LES DEJAMOS LAS LECTURAS PARA EL 24, NOCHEBUENA, PARA PREPARAR LA VENIDA DE LA LUZ AL MUNDO Y A NUESTROS CORAZONES

Misa de media noche
Isaías 9,1-3.5-6
Un hijo se nos ha dado
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebraste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: "Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz." Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Salmo responsorial: 95
Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Tito 2,11-14
Ha aparecido la gracia de Dios a todos los hombres
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.
Lucas 2,1-14
Hoy nos ha nacido un Salvador
En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: "No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor."

Este evangelio de Navidad nos presenta dos elementos importantes para la vida del cristiano: la Palabra y la Luz. La Palabra que nos viene de Dios se encarnó en Jesús hace más de dos mil años y vino a traernos un mensaje esperanzador. Sus palabras de vida eterna, como las describió Pedro, promueven vida digna para todos los seres humanos. Esa Palabra que existía desde la eternidad se manifestó humanamente en la persona de Jesús, quien habitó entre nosotros y vive hoy presente en medio de la humanidad sufriente y necesitada. Por medio de la Palabra somos iluminados y enviados a anunciar el Evangelio a todos los pueblos del planeta. Jesús es esa Luz verdadera que ilumina a toda persona. El vino al mundo, pero fue rechazado por los suyos y sigue siendo rechazado hoy por los que no comparten su proyecto de vida. Nuestra misión como seguidores de Cristo es la de ser testigos de esa Palabra y luz del mundo. Por eso, acoger la Navidad que hoy celebramos con gozo y esperanza requiere acoger de verdad el mensaje que vino a traernos el Redentor: “ámense unos a otros como los he amado Yo”.
Celebramos el misterio de la encarnación. Dios asume la condición humana en Jesús de Nazaret. Los evangelios enfatizan las condición humilde de su nacimiento y señalan como condición para ese nacimiento la aceptación profunda y consciente por parte de José y de María, la lógica del actuar de Dios sucediendo en un pueblo pobre y sencillo.
Hermanos y hermanas, ser seguidor de Jesús es asumir su mismo camino, el camino de la encarnación en los retos y desafíos de una cultura y de una época; una obediencia incondicional a Dios hasta la muerte. Por eso celebrar la Navidad no es solo un recuerdo, es luchar dentro de nuestros pueblos y nuestras circunstancias para que la dignidad de hombres y mujeres sea respetada, para que tengamos condiciones dignas de vida, y por hacer de nuestros países lugares más acordes al sueño de Dios, el Reino.

En este espíritu, esencia del cristianismo, ¡Feliz Navidad para todos!

miércoles, 9 de diciembre de 2015

VIVIR DE FORMA MAS HUMANA

Lc 3, 10-18
La palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.
El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.
Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.
¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?
Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?
Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos «cautivos de una religión burguesa». El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es esta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.
Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este «cautiverio», comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano.

José Antonio Pagola

domingo, 6 de diciembre de 2015

QUÉ DEBO ENDEREZAR EN MI VIDA?

Lc 3, 1-6
Las tres figuras de la liturgia de Adviento son: Juan Bautista, Isaías y María. El evangelio de hoy nos habla del primero. La importancia de este personaje está acentuada por el hecho de que hacía, por lo menos, trescientos años que no aparecía un profeta en Israel. Al narrar Lc, la concepción y el nacimiento de Juan antes de decir casi lo mismo de Jesús, está manifestando lo que este personaje significaba para los cristianos de la época. Para Lc la idea de precursores la clave de todo lo que nos dice de él.
Los evangelistas se empeñan en resaltar la superioridad de Jesús sobre Juan. Se advierte una cierta polémica en las primeras comunidades, a la hora de dar importancia a Juan. Para los primeros cristianos no fue fácil aceptar la influencia del Bautista en la trayectoria de Jesús. El hecho de que Jesús acudiese a Juan para ser bautizado, nos manifiesta que Jesús tomó muy en serio la figura de Juan, y que se sintió atraído e impresionado por su mensaje. Juan tuvo una influencia muy grande en la religiosidad de su época. En el momento del bautismo de Jesús, él era ya muy famoso, mientras que a Jesús no le conocía nadie.
Es muy importante el comienzo del evangelio de hoy. Estamos en el c. 3, y curiosamente, Lc se olvida de todo lo anterior. Como si dijera: ahora comienza, de verdad, el evangelio, lo anterior era un cuento. Intenta situar en unas coordenadas concretas de tiempo y lugar los acontecimientos para dejar claro que no se saca de la manga los relatos. Hay que notar que el “lugar” no es Roma ni Jerusalén sino el desierto. También se quiere significar que la salvación está dirigida a hombres concretos de carne y hueso, y que esa oferta implica no solo al pueblo judío sino a todo el orbe conocido: “todos verá la salvación de Dios”.
Como buen profeta, Juan descubrió que para hablar de una nueva salvación, nada mejor que recordar el anuncio del gran profeta Isaías. Él anunció una liberación para su pueblo, precisamente cuando estaba más oprimido en el destierro y sin esperanza de futuro. Juan intenta preparar al pueblo para una nueva liberación, predicando un cambio de actitud por parte de Dios pero que dependería de un cambio de actitud en el pueblo.
Los evangelios presentan el mensaje de Jesús como muy apartado del de Juan. Juan predica un bautismo de conversión, de metanoya, de penitencia. Habla del juicio inminente de Dios, y de la única manera de escapar de ese juicio, su bautismo. No predica un evangelio - buena noticia- sino la ira de Dios, de la que hay que escapar. No es probable que tuviera conciencia de ser el precursor, tal como lo entendieron los cristianos. Habla de "el que ha de venir" pero se refiere al juez escatológico, en la línea de los antiguos profetas.
Jesús por el contrario, predica una “buena noticia”. Dios es Abba, es decir Padre-Madre, que ni amenaza ni condena ni castiga, simplemente hace una oferta de salvación total. Nada negativo debemos temer de Dios. Todo lo que nos viene de Él es positivo. No es el temor, sino el amor lo que tiene que llevarnos hacia Él. Muchas veces me he preguntado, y me sigo preguntando, por qué, después de veinte siglos, nos encontramos más a gusto con la predicación de Juan que con la de Jesús. ¿Será que el Dios de Jesús no lo podemos utilizar para meter miedo y tener así a la gente sometida?
La verdad es que la predicación de Jesús coincide en gran medida con el mensaje de Juan. Critica duramente una esperanza basada en la pertenencia a un pueblo o en las promesas hechas a Abrahán, sin que esa pertenencia conlleve compromiso alguno. Para Juan, el recto comporta­miento personal es el único medio para escapar al juicio de Dios. Por eso coincide con Jesús en la crítica del ritualismo cultual y a la observancia puramente externa de la Ley.
Al ser humano se le ofrecen hoy infinidad de caminos por los que puede desarrollar su existencia. ¿Cuál será el que le lleve a la verdadera salvación? Como decía Pablo: Más que nunca necesitamos hoy crecer en sensibili­dad para apreciar los auténticos valores humanos. Precisamente porque las ofertas engañosas son más variadas y mucho más atrayentes que nunca, es más difícil acertar con el camino adecuado.
Dios no tiene ni pasado ni futuro; no puede “prometer” nada. Dios es salvación, que se da a todos en cada instante. Algunos hombres (profetas) experimentan esa salvación según las condiciones históricas que les ha tocado vivir y la comunican a los demás como promesa o como realidad. La misma y única salvación de Dios llega a Abrahán, a Moisés, a Isaías, a Juan o a Jesús, pero cada uno la vive y la expresa según la espiritualidad de su tiempo.
No encontraremos la salvación que Dios quiere hoy para nosotros, si nos limitamos a repetir lo políticamente correcto. Solo desde la experiencia personal podremos descubrir esa salvación. Cuando pretendemos vivir de experiencias ajenas, la fuerza de placer inmediato acaba por desmontar la programación. En la práctica, es lo que nos sucede a la inmensa mayoría de los humanos. El hedonismo es la pauta: lo más cómodo, lo más fácil, lo que menos cuesta, lo que produce más placer inmediato, es lo que motiva nuestra vida.
Más que nunca, nos hace falta una crítica sincera de la escala de valores en la que desarrollamos nuestra existencia. Digo sincera, porque no sirve de nada admitir teóricamente la escala de Jesús y seguir viviendo en el más absoluto hedonismo. Tal vez sea esto el mal de nuestra religión, que se queda en la pura teoría. Hace ya tiempo, un ministro del gobierno, hablando de los problemas del norte de África, decía muy serio: Es que para los musulmanes, la religión es una forma de vida. Se supone que para los cristianos, no.
Al celebrar una nueva Navidad, podemos experimentar cierta esquizofrenia. Lo que queremos celebrar es una salvación que apunta a la superación del hedonismo. Lo que vamos a hacer en realidad es intentar que en nuestra casa no falte de nada. Si no disponemos de los mejores manjares, si no podemos regalar a nuestros seres queridos lo que les apetece, no habrá fiesta. Sin darnos cuenta, caemos en la trampa del consumismo. Si podemos satisfacer nuestras necesidades en el mercado, no necesitamos otra salvación.
En las lecturas bíblicas debemos descubrir una experiencia de salvación. No quiere decir que tengamos que esperar para nosotros la misma salvación que ellos anhelaban. La experien­cia es siempre intransferible. Si ellos esperaron la salvación que necesitaron en un momento determinado, nosotros tenemos que encontrar la salvación que necesitamos hoy. No esperando que nos venga de fuera, sino descubriendo que está en lo hondo de nuestro ser y tenemos capacidad para sacarla a la superficie. Dios salva siempre. Cristo está viniendo.
El ser humano no puede planificar su salvación trazando un camino que le lleve a su plenitud. Solo tanteando puede conocer lo que es bueno para él. Nadie puede dispensarse de la obligación de seguir buscando. No solo porque lo exige su progreso personal sino porque es responsable de que los demás progresen. No se trata de imponer a nadie los propios descubrimientos, sino de proponer nuevas metas para todos. Dios viene a nosotros siempre como salvación. Ninguna salvación puede agotar la oferta de Dios.
Es importante la referencia a la justicia, que hace por dos veces Baruc y también Pablo, como camino hacia la paz. El concepto que nosotros tenemos de justicia, es el romano, que era la restitución según la ley, de un equilibrio roto. El concepto bíblico de justicia es muy distinto. Se trata de dar a cada uno lo que espera, según el amor. Normalmente, la paz que buscamos es la imposición de nuestros criterios, sea con astucia, sea por la fuerza. Mientras sigan las injusticias, la paz será una quimera inalcanzable.

Meditación-contemplación
El profeta es una persona que descubre algo importante dentro de él.
Se lo comunica a los demás para que también lo vivan.
No se trata de un conocimiento intelectual, sería un maestro.
Se trata de un descubrimiento de su Ser, por eso es profeta
…………………
Descubre los “profetas” que te han ayudado en ese camino hacia tu ser.
Piensa no sólo en los “grandes” sino en los pequeños, pero cercanos.
Siente agradecimiento hacia todos ellos.
Piensa ahora si has descubierto en ti mismo algo interesante.
…………………
Lo que vivió-experimentó Jesús,
Ha hecho libres a muchísimas personas.
¿Te está ayudando a ti a alcanzar la libertad?
Ese es el primer objetivo de tu existencia.
…………………


viernes, 4 de diciembre de 2015

ES ES USO DE LAS ARMAS LA ÚNICA SOLUCIÓN CONTRA ISIS?

En las redes sociales, la guerra ha sido apuntada por muchos internautas católicos como “la única solución” para “acabar con el Estado Islámico”.
¿Es así?
El Vaticano se ha declarado reiterada y explícitamente CONTRA una guerra, basándose en el mismo concepto de “guerra justa”, cuyas premisas, según el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. CIC, §2309), son cuatro y deben ser simultáneas:
  1. Que el daño infligido por el agresor a la nación o a la comunidad de naciones sea duradero, grave y cierto.
  2. Que todos los demás medios de poner fin a ese daño se hayan revelado impracticables o ineficaces.
  3. Que se reúnan condiciones serias de éxito.
  4. Que el empleo de las armas no acarree males y desórdenes más graves que el mal que se quiere eliminar.
Consideremos cada una de estas condiciones en el contexto del combate al Estado Islámico.
  1. QUE EL DAÑO INFLIGIDO POR EL AGRESOR A LA NACIÓN O LA COMUNIDAD DE NACIONES SEA DURADERO, GRAVE Y CIERTO.
Esta condición se cumple. El grupo yihadista se ha expandido no sólo territorialmente, sino también capilarmente por todos los continentes mediante estrategias de guerrilla ideológica, usando desde estructuras religiosas físicas hasta una vasta gama de canales virtuales para reclutar militantes y organizar atentados. Además de eso, ha conseguido la adhesión de otros grupos terroristas sanguinarios, como el salvaje Boko Haram, del África Occidental, actualmente más mortífero que el propio Estado Islámico.
  1. QUE TODOS LOS DEMÁS MEDIOS DE PONER FIN A TAL DAÑO SE HAYAN REVELADO IMPRACTICABLES O INEFICACES.
Esta condición no se cumple. Son imprescindibles al menos tres respuestas alternativas no bélicas para debilitar y derrotar al agresor, y estas aún no han sido dadas adecuadamente:
2.1. Respuesta logística
El cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, propuso un “embargo planetario” para debilitar al Estado Islámico.
“La manera segura y más eficaz no creo que sean las armas, sino el embargo planetario, concreto y vigilado, contra esas fuerzas oscuras como el Estado Islámico. Desde el punto de vista político, nadie debería hablar con esas personas; tendrían que sentirse aisladas. Desde el punto de vista comercial, nadie debería comprar su petróleo barato ni venderles armas y comida. El aislamiento global, monitorizado, sin medias tintas y estrictamente controlado por la ONU, creo que es firmemente posible y la única respuesta eficaz”.
De hecho, el grupo terrorista cuenta como mínimo con la omisión de gobiernos de decenas de países. El Estado Islámico en seguida se apoderó de campos de petróleo iraquíes cuya producción es fácilmente vendida a compradores extranjeros, y también está detrás de una red de contrabando de riquezas arqueológicas y culturales (saqueadas de las ciudades milenarias que invaden), tráfico de drogas (como las cápsulas de captagon, que ellos mismos producen, consumen y venden a países como Arabia Saudita) y tráfico de mujeres y niños (con clientela en todo Oriente Medio).
El grupo también está abastecido de armas, provisiones y recursos tecnológicos traídos de fuera de sus dominios, además de operar transferencias bancarias internacionales con las que mantienen agentes en decenas de países, incluso del llamado “primer mundo”.
Un embargo planetario decidido y firme afectaría drásticamente a la organización.
2.2. Respuesta cibernética
El grupo de hackers activistas Anonymous anunció la semana pasada que “cazará” a los miembros del Estado Islámico y ya ha empezado tumbando 5.500 cuentas en Twitter ligadas al ISIS. Es sólo el primer paso de una guerra cibernética dirigida a destruir el principal mecanismo de reclutamiento del grupo terrorista, que atrae a la mayoría de sus jóvenes militantes a través de foros, chats y redes sociales.
Además de minar las herramientas de reclutamiento del grupo, la estrategia de Anonymous mostraría la hipocresía de los líderes yihadistas, que mientras declaran su odio a Occidente, no hacen ascos a usar los recursos y tecnologías occidentales que ellos dicen que “apartan a los fieles de Dios”
Anonymous podría también acceder a las finanzas, las comunicaciones y la logística del grupo terrorista, además de informaciones de inteligencia reunidas (pero no suficientemente compartidas) por varias organizaciones gubernamentales. En años recientes, además, el grupo hacker ya invadió sitios de gobiernos como Canadá, Australia, Túnez y Turquía.
El riesgo de esta operación es que el ISIS lleve la guerra cibernética en serio y mejore sus estrategias, volviendo el combate online mucho más complejo y peligroso en un mundo que, igual que ellos, también depende de internet en su actual organización socio-económica.
2.3. Respuesta religiosa
El mismo cardenal Bagnasco reforzó la importancia crucial de que el mundo islámico también “levante la voz y condene esta barbarie”. No se trata de novedad alguna, ya que el papa Francisco repite este llamamiento a los líderes musulmanes con notable frecuencia.
Y varios de los líderes musulmanes más influentes del planeta están haciendo su parte y denunciando con claridad la salvajería e impiedad de los terroristas. Como el Estado Islámico se dice seguidor del islam sunita, es particularmente vehemente toda declaración hecha por líderes religiosos de esa corriente, como Ahmed al-Tayeb, el gran imán de la universidad egipcia de Al-Azhar, una de las instituciones sunitas más prestigiosas del planeta.
Al-Tayeb se ha pronunciado con frecuencia, incluso en encuentros formales con otros líderes musulmanes, contra “los crímenes bárbaros cometidos en nombre de las costumbres de esta religión” y declarando que los países musulmanes no pueden ignorar “su responsabilidad en la aparición del extremismo que hizo nacer a organizaciones como a Al-Qaeda y otros grupos armados”. Al mismo tiempo, denuncia que parte de la responsabilidad es también de Occidente, citando la invasión americana de Iraq y la injerencia occidental en Siria y pidiendo que la coalición antiyihadista “combata a los países que apoyan el terrorismo financiera y militarmente”.
Iyad Madani, líder de la Organización para la Cooperación Islámica, también ha condenado con fuerza los crímenes terroristas del ISIS, atribuyéndolos a la “decadencia intelectual, fragmentación política y abuso del islam, la gran religión de la misericordia”. Sus declaraciones son influyentes porque la organización reúne a 57 países y es el mayor bloque de países musulmanes que existe en el planeta.
Las respuestas oficiales de líderes islámicos son imprescindibles para que los seguidores del Corán en todo el mundo rechacen las interpretaciones radicales de su libro sagrado. Por eso, Al-Tayeb ha usado términos bastante fuertes al pronunciarse sobre la interpretación divulgada por el Estado Islámico: él define al grupo yihadista como satánico.
Al mismo tiempo, el Santo Padre ha insistido mucho en la necesidad de la convivencia civilizada, respetuosa y fraterna entre las religiones, independientemente de su discordancia teológica. El Vaticano fomenta abiertamente las buenas relaciones ecuménicas e interreligiosas desde el concilio Vaticano II. Juan Pablo II hizo historia al organizar el primer encuentro interreligioso en Asís, en 1986, repetido después por Benedicto XVI y seguido por Francisco al invitar a los líderes políticos de Israel y de Palestina para hacer un impensable encuentro de oración en el Vaticano.
El Pontificio Consejo para la Cultura está realizando desde hace varios años la iniciativa Patio de los Gentiles, encuentros entre creyentes de diversas religiones y no creyentes, para discutir juntos temáticas culturales, filosóficas, sociales, políticas y económicas, además de concretar iniciativas humanitarias conjuntas. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, declaró que los musulmanes deberían participar en las celebraciones del Jubileo de la Misericordia, convocado por el papa Francisco.
La respuesta religiosa “oficial” es determinante para combatir las manipulaciones sectarias de los contenidos religiosos por intereses y objetivos particulares.
  1. QUE SE REÚNAN CONDICIONES SERIAS DE ÉXITO.
Esta condición está muy lejos de cumplirse. Ni siquiera existe acuerdo entre los países capaces de combatir bélicamente al Estado Islámico respecto a la estrategia de ataque.
Para empezar, EE.UU. y sus aliados occidentales tienen particular interés en derrocar al presidente sirio Bashar Al-Assad, mientras que Rusia quiere mantenerlo en el poder. Turquía está “aprovechando” la “excusa” de combatir al Estado Islámico para bombardear a los kurdos. Arabia Saudita “aprovecha” la “excusa” del Estado Islámico y de Al-Qaeda en la Península Arábica para bombardear al Yemen, empeorando el caos que ya era tétrico en el país. Respecto a la “modalidad” de guerra, EE.UU. y sus aliados defienden ataques exclusivamente aéreos, mientras que Rusia y la mayoría de los especialistas, incluso occidentales, afirman que los ataques por tierra son imprescindibles para destruir las bases yihadistas.
Aunque hubiera éxito inicial, la práctica histórica de la política norteamericana de armar a grupos violentos contra otros grupos violentos es de consecuencias funestas (entre ellas el fortalecimiento del régimen de Saddam Hussein, el surgimiento de Al-Qaeda y el poderío de los Talibanes, todos anteriormente “ayudados” por EE.UU. y después transformados en pesadillas). Las invasiones e intervenciones de EE.UU. en Oriente Medio, además, han sido invariablemente un retumbante fracaso a medio y largo plazo, siendo Iraq el ejemplo más evidente.
Más problemático aún: el Estado Islámico no es sólo un ejército físico y puntualmente localizado, sino una ideología capilarmente difundida y capaz de reestructurarse a corto plazo si no se dan las respuestas logística, cibernética y religiosa citadas en el punto anterior.
  1. QUE EL EMPLEO DE ARMAS NO ACARREE MALES Y DESÓRDENES MÁS GRAVES QUE EL MAL A ELIMINAR.
La versión laicista de la historia hizo polémica, a lo largo de los últimos 300 años por lo menos, de tergiversar una serie de hechos relacionados con la acción secular de la Iglesia, en particular la Inquisición y las Cruzadas. Estas últimas, en particular, fueron pintadas solo como una sucesión de guerras cobardes y motivadas por las ambiciones materiales e ideológicas de la Iglesia.
El actual horror del Estado Islámico han vuelto más comprensibles las verdaderas raíces de las Cruzadas, que, básicamente, fueron una justa reacción a 400 años de abusos sufridos por los cristianos bajo dominio musulmán en Tierra Santa (cf. este artículo de Aleteia se basa en la tesis del académico británico Paul Crawford).
Pero, el hecho es que las Cruzadas, a fin de cuentas, no sólo no resolvieron la situación de los cristianos en Tierra Santa, sino que la empeoraron, además de acarrear, como toda guerra, una serie innegable de abusos, cobardías y degeneraciones en pro de intereses particulares que nada tenían ni de religioso ni de humanitario.
El contexto, por lo demás, era muy diferente del actual. Si en esa época era comprensible la concepción de una cruzada, hoy tenemos una noción más completa de lo que implica una respuesta bélica y de la necesidad previa de respuestas no bélicas para que se afronte el origen de las agresiones, y no sólo sus concreciones externas.
A propósito: es habitual en las redes sociales, entre los defensores de la guerra inmediata contra el Estado Islámico, la afirmación de que “fue gracias a las Cruzadas que Europa se mantuvo cristiana”. En realidad, las tres batallas decisivas que impidieron el avance islámico en Europa fueron o anteriores o posteriores a las Cruzadas: la de Poitiers, que frenó la invasión de Francia de Carlos Martel por el Califato de Córdoba en 732; la de Lepanto, en que la Liga Santa derrotó la expansión mediterránea del Imperio Otomano en 1571; y la de Viena, en 1683, en que la coalición polaco-austro-alemán venció al mismo Imperio Otomano y detuvo su expansión por la Europa del Este.
Es obvio e innegable el derecho a la legítima defensa y es imperativo que la salvajería del Estado Islámico sea decididamente combatida y eliminada.
Lo que no es nada obvio ni innegable es que la “única forma” de legítima defensa ante el horror del Estado Islámico sea el uso de las armas como defienden ciertos gobiernos y ciertos comentaristas.

9 Cristianos en Irak que dan un testimonio de esperanza para todos

http://es.aleteia.org/2015/12/04/asi-vencieron-al-isis-nueve-cristianos-de-mosul/

CRISTIANOS LLAMADOS A SER LUZ EN EL MUNDO

Viernes 4 de diciembre de 2015
Juan Damasceno, Bárbara
 


Is 29,17-24:
 Aquel día, verán los ojos de los ciegos
Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación
Mt 9,27-31: ¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!
Estos dos personajes del evangelio representan a una comunidad que todavía no reconoce en la presencia de Jesús la acción de Dios. Ellos, destinados a seguir y anunciar a Jesús, son un signo elocuente de nuestra vivencia de fe enceguecida por tantos caprichos que nos empobrecen y no nos dejan ser cada día más humanos y hermanos.
Nosotros podemos ser esos ciegos que van detrás del Maestro suplicando algo de luz para nuestra vida. El milagro de Dios nos compromete a divulgar su luz en medio del mundo tan lleno de sombras y muerte. Lo único certero, por lo que deberían evaluarnos, después del amor, sería nuestra confianza ciega en seguir y actuar conforme al mensaje del Evangelio en la vida; ser signo de luz que testimonie la presencia de Jesús en ella. Recobrar la vista es estar destinados a encontrar la Luz y seguir a Jesús. 
La luz, ese símbolo básico de lo humano, permite descubrir y superar nuestra propia realidad de oscuridad, como paso obligado para crecer en humanidad. Pasar de la oscuridad a la luz en el campo de la fe, incluye ver por uno mismo, iluminar a otros y encontrar senderos que alumbren toda vida humana.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

TIEMPO DE ADVIENTO

Lc 21, 25-28 y 34-36
En la iglesia católica, el año litúrgico empieza con el tiempo de Adviento, unas cuatro semanas antes de la celebración de la Navidad.
Literalmente, “adviento” (adventus) significa “venida”. Y aunque hace alusión directa al nacimiento de Jesús en Belén –él fue quien “vino” de los cielos-, siempre se ha solido presentar como una invitación a fortalecer la esperanza en aquel que “va a venir” en gloria al final de los tiempos.
El lenguaje de la mente oscila siempre entre el pasado y el futuro. Y eso hace que vivamos permanentemente vueltos hacia atrás, para apoyarnos en lo que fue, o proyectados hacia adelante, para consolarnos con la expectativa de algo mejor de lo que ahora tenemos.
La mente religiosa no escapa a esa dinámica: fácilmente se queda celebrando el pasado o esperando el futuro.
Es necesario acallar la mente para poder ver con claridad. Y ahí es donde percibimos que el único lugar de la vida es el presente. Y que el presente, en el plano profundo, es pleno. Por eso, lo que llamamos “venida” es ya “llegada”: todo es Ahora.
Ese “Ahora” no es un lapso de tiempo, efímero, entre el que se fue y el que está llegando. Es, más bien, el no-tiempo, la atemporalidad. Porque el Presente no es algo cronológico, sino aquello que contiene al tiempo.
Ahora bien, la Realidad es multidimensional: se nos hace presente, como aprecia incluso la misma física moderna, en diferentes niveles o dimensiones. Eso explica que afirmaciones aparentemente contradictorias puedan ser todas verdaderas…, cada una en su propio nivel.
En lo que se refiere al tema que nos ocupa, para la mente –en el nivel mental, aparente, del mundo de las formas- todo es lineal y secuencial: pasado, presente y futuro constituyen momentos diferentes que se suceden sin cesar.
En ese mismo nivel, todo se percibe como separado: la mente es dual porque es separadora por su propia naturaleza. Se comprende que, desde ella, el “Adviento” se viva en clave de pasado y de futuro: Jesús vino y otra vez vendrá
Para quien se halla identificado con lo que ocurre, puede sonar ridículo, sarcástico o incluso injuriante afirmar que “todo es ahora”. Porque, en el nivel mental –de las apariencias- todo es secuencial: la mente lee todo como una sucesión de eventos, a la vez que espera que el próximo sea más agradable que el actual. En ese nivel no es posible otro modo de ver.
Sin embargo, la trampa reside precisamente en la identificación con lo que ocurre. Porque, en realidad, no somos nada de lo que ocurre, sino la Consciencia en la que todo ocurre. Quien se identifica con las nubes sentirá que se mueve con ellas; quien se reconoce como “cielo” verá que lo que se mueve es solo aparente.
Las nubes pasan secuencialmente; el cielo permanece siempre en un ahora atemporal. Ciertamente, para quien vive, no identificado con lo que sucede, sino en la consciencia de lo que sucede, todo es Ahora.
La imagen de la nube queda magníficamente expresada en estas palabras sabias de Nisargadatta: “Compare usted la conciencia y su contenido con una nube. Usted está dentro de la nube, mientras que yo la miro. Está usted perdido en ella, casi incapaz de ver la punta de sus dedos, mientras que yo veo la nube y otras muchas nubes y también el cielo azul, el sol, la luna y las estrellas. La realidad es una para nosotros dos, pero para usted es una prisión y para mí un hogar”.
En ese nivel profundo en el que vive el sabio, más allá de la mente, se percibe que todo lo que nos llega por los sentidos es solo una “representación” –el “sueño” o el “teatro del mundo”, de que hablaba Calderón de la Barca-, un despliegue admirable y complejo de formas que están brotando de la Consciencia una.
En el nivel profundo, Todo es Ahora. Lo que somos, no es la “forma” (yo, ego, personalidad, personaje) que nuestra mente piensa, sino aquella Consciencia, que es la identidad última de todo lo que es. No somos un “objeto” de la consciencia (yo), sino la Consciencia que contiene y abraza –y de la que están surgiendo- todos los objetos.
Desde esta perspectiva, cambia el modo de comprender el “Adviento”, porque “venida” y “llegada” son lo mismo –solo eran distintas para la mente-. Y por más que el pensamiento siga haciendo una lectura secuencial –pasado, presente, futuro-, sabemos que basta silenciar la mente para que emerja la Presencia –otro nombre de la Consciencia- en la que reconocemos nuestra verdadera identidad.
¿Y Jesús? Para los cristianos, es el “centro de la historia”. Eso significa, más allá de una lectura literalista que sería fuente de fanatismo, que en él reconocemos lo que somos todos–cristianos o no, creyentes o ateos-, porque lo percibimos como la plenitud del Ser (“Hijo de Dios”).
“Adviento”, por tanto, es una invitación a “volver a casa”, es decir, a salir de cavilaciones mentales y movimientos egoicos, para reconocernos en la Consciencia o Presencia que tiene sabor a Comunión y Plenitud.
Y esto no obedece solo a un recuerdo –el nacimiento de Jesús-, ni es una nueva creencia a la que aferrarnos. Se trata de algo que toda persona puede experimentar como certeza o evidencia en cuanto, acallando la mente, en este mismo momento, conecta con Aquello que no tiene nombre, que no puede ser pensado, pero que, sin embargo, es lo único que permanece, el Fondo que abraza todo lo demás, el “Padre” (Abba) del que hablaba Jesús. Esa es nuestra casa. La sabiduría consiste en experimentarla y vivir en y desde ella.
En el caso cristiano, Jesús es la referencia íntima de aquella misma y única identidad. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Dicho desde el nivel profundo: dejad de identificaros con la mente, aquietad el pensamiento egocentrado, venid a la Presencia –a “casa”- y experimentaréis la Plenitud.
Poned presencia en todo lo que hacéis, vivid en conexión con Aquello que es estable y se halla siempre a salvo. Y, en cualquier caso, no olvides que, como dice Pema Chödrön, “tú eres el cielo; todo lo demás es el clima”. De ahí la sabiduría que encierra esta clave pedagógica: “Deja de buscar y déjate encontrar”.
¡Feliz tiempo de “Adviento”, es decir, de Presencia, que es Paz y Gozo!

Enrique Martínez Lozano

CUIDADO! NO NOS ACOSTUMBREMOS A VIVIR CON EL CORAZÓN ENDURECIDO

Lc 21, 25-28 y 34-36
Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.
También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros, aquellos cristianos, recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando la oración y la confianza es un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.
Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús, en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.
La Iglesia actual marcha a veces como una anciana «encorvada» por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado. «Con la cabeza baja», consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.
Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.
«Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. «Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.
Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.
«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?

José Antonio Pagola