miércoles, 30 de diciembre de 2015

LA JUSTICIA ES CONDICIÓN SINE QUA NON DE UNA AUTÉNTICA PAZ

 Se nos llena la boca al pronunciar esta palabra, pero no nos interesa demasiado afrontar los verdaderos problemas que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia, que es “condicio sine qua non” de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra, garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es más perverso que la ley del talión. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie. El secreto sería trabajar siempre por el bien de todos y cada uno de los hombres.
Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro ser humano. Mientras no nos enteremos de esta realidad; mientras haya un solo hombre que se sienta superior, no podrá haber paz. Hoy por hoy, estamos a años luz de esta utopía, que sin embargo debe ser el primer fundamento de todas las relaciones humanas. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, etc. etc., pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura, tan común, es de auténtica hipocresía.
Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos sometidos al servicio del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con bombas y cañones. Que mueren personas inocentes… son inevitables “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados en el camino… da lo mismo, lo importante es que se han cumplido los objetivos. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría de la humanidad no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos. Carta universal de los derechos humanos, firmada por todos los países, ¿para qué? Sería de risa, si no fuera de pena.
La que debíamos buscar todos, es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!
Debemos tomar conciencia de pertenecer a una familia, donde no haya ni superior ni inferior, ni señor ni esclavo, esta es la clave de todo el mensaje evangélico. La transformación debe empezar dentro de cada ser humano. Si desterrásemos de nosotros todo egoísmo, se terminarían todas las guerras. Según Jesús, es más humano el que es capaz de amar más. Es inútil pretender una plenitud humana a costa de los demás

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